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La rapidez con la que dos ingenieros pueden trabajar sobre un plano desde oficinas distintas, el tiempo de respuesta en una intervención quirúrgica asistida con ... robot o la agilidad en una transferencia bancaria realizada desde el móvil son acciones que dependen de una red robusta de servidores en los que alojar los datos necesarios. Unos centros que cada vez cobran más importancia –entre otras cuestiones, por su contribución para el desarrollo de la inteligencia artificial–, que las instituciones tratan de atraer como fuente de beneficios, pero que tienen su cara 'b'. Y es ahí donde empieza la batalla política y donde EH Bildu quiere encontrar una de sus próximas banderas políticas.
El interés de las diferentes administraciones por lograr que esas instalaciones se asienten en sus territorios es evidente. En el conjunto de España suman ya un centenar y en los últimos nueve meses se ha anunciado una inversión de 34.100 millones en todo el país. La más importante es la de Amazon en Aragón con 15.700 millones. Una alternativa por la que trató de pujar el País Vasco y una cantidad que equivale a toda la inversión extranjera en esta comunidad en los últimos ocho años.
El País Vasco busca engancharse también a este tren porque estas infraestructuras ofrecen servicios que sirven para atraer empresas. Hay en construcción o proyectados cinco centros de datos con una inversión que supera los 2.000 millones. El propio Imanol Pradales señaló a finales del año pasado que esta comunidad tiene capacidades suficientes «para aprovechar la nueva economía del dato». Lo hizo en la inauguración de las obras del principal de estos activos que hay en Euskadi: el Data Center impulsado por Merlin Properties en el polígono logístico alavés de Arasur, que podría llegar a tener una capacidad de 300 MW. Y es ahí donde ha puesto el foco EH Bildu.
Hace justo siete días, Pello Otxandiano publicaba un artículo en el que bajo el título 'Reflexionemos sobre los centros de datos' ponía el foco sobre la proliferación de unas instalaciones que consideraba «inadmisible». ¿Por qué EH Bildu muestra este rechazo? El portavoz parlamentario utilizaba el caso alavés para denunciar un excesivo gasto energético. Según sus datos, el consumo anual sería de 2.628 GWh, prácticamente lo mismo que gasta Álava al año.
A partir de ahí, Otxandiano argumentaba que se trata de un «consumo desproporcionado que condicionará por completo la transición de nuestro sistema energético» y que estos centros, además, suponen «un obstáculo para la descarbonización de nuestra industria» y saturarán una red eléctrica ya de por si colapsada. A esto sumaba que ocuparán un suelo industrial «escaso», que apenas generan puestos de trabajo, que no aportan «nada a nuestro desarrollo tecnológico» y que, a pesar de que «tributarán aquí», no compensa porque «Mercedes, consumiendo 13 veces menos, genera unos 6.000 empleos directos consumiendo 13 veces menos».
En un paso más en esta estrategia, la coalición soberanista ha registrado esta misma semana en las instituciones alavesas una iniciativa en la que se rechaza estos centros «de hiperescala» y reclama al Gobierno vasco que «limite su desarrollo».
La posición de EH Bildu sobre los centros de datos se engloba dentro de ese giro estratégico lanzado en los últimos años para presentarse como alternativa «real» al PNV y del debate interno sobre cómo debe desarrollarse la economía en Euskadi. Aparecer como formación capaz de gestionar las principales instituciones del país sin abandonar las esencias. Se trata, según se admite desde la izquierda abertzale, de uno de los temas «más peliagudos» y difícil de «gestionar internamente» en estos momentos. Ni los presos de ETA ni el nuevo estatus. Lo que aviva las «contradicciones» de una formación que ahora se esfuerza por ofrecer una imagen posibilista, pero con un pasado casi antisistema y en la que su matriz –Sortu– suele escenificar sus buenas relaciones con los gobiernos de Cuba y Venezuela son los parque eólicos.
En el debate sobre las renovables, EH Bildu ha asumido la necesidad de colocar instalaciones de aerogeneradores, incluso de gran tamaño, algo que choca con el discurso histórico de la izquierda abertzale y abre fisuras internas. El último ejemplo se vivió en Oion, donde el Ayuntamiento, gobernado por la coalición soberanista, ha dado luz verde a un proyecto con el argumento de que legalmente no le quedaba más remedio. Un razonamiento que no ha convencido a los más críticos y a los vecinos que se concentraron con pancartas de 'Bildu traidores'. Escenas que se han registrado en otros municipios como Azpeitia.
En este juego de equilibrios, EH Bildu trata de hacer pedagogía interna y lanzar entre los suyos la idea de que para lograr «la soberanía energética» y avanzar hacia la independencia es necesario hacer algunas concesiones. Pasar del 'no' a todo, a un vamos a ver qué necesidades tenemos y ordenarlo. «Pero no está siendo sencillo», se admite, mientras los responsables de EH Bildu se preparan para tener que gestionar el malestar de un sector de sus bases. «Hay parte de nuestra gente que tiene muy claro que hay que avanzar, que mantener esa cerrazón y al mismo tiempo querer la soberanía no tiene ningún sentido, pero también se mantienen muchas inercias».
Frente a la tensión que genera la discusión sobre los eólicos, la expansión de los centros de datos sirve para cerrar filas. Porque, además, el hecho de que sean utilizados por grandes corporaciones como Amazon o las principales tecnológicas refuerza el mensaje ideológico de izquierdas frente a ElonMusk.
El debate está abierto y traspasa la muga de Euskadi. La semana pasada, la ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen, reconoció que en España se está formando una «burbuja» con los centros de datos. La también vicepresidenta señaló que «es ingente la cantidad de proyectos que han llegado» y reclamó la necesidad de «ir midiéndolos para analizar cuáles son los mejores, también para el territorio».
La apuesta de Euskadi por estos centros, por la «economía de datos», tiene también que ver con el contexto. Por ejemplo, que a la costa vizcaína lleguen dos cables transoceánicos importantes, como Marea –que une Virginia Beach con Sopelana– y Grace Hooper –que conecta Nueva York con Sopelana–. Son líneas que crecerán con un tercer enlace en el Cantábrico, también desde Estados Unidos con la localidad cántabra de Somo. Todas estas instalaciones son determinantes y España, por su importante producción de energía renovable, se ha puesto en el foco de los gigantes tecnológicos como Microsoft, Google, Meta o Amazon.
La energía es una de las claves de los centros de datos. Su consumo es descomunal y uno de sus puntos críticos. Su empleo para el desarrollo de la inteligencia artificial es indispensable, pero, según calcula Goldman Sachs, la energía que emplean se disparará un 130% en cinco años, un verdadero reto en plena transformación verde.
El proyecto de MerlinProperties, la socimi dirigida por Ismael Clemente, ha sido una de las primeras compañías en España en activar estas operaciones y cuenta ya con contratos para la prestación de servicios a Meta, que integra a Whatsapp, Instagram y Facebook. La inversión de Arasur es cercana a los 900 millones. Son seis edificios en el polígono alavés, donde Amazon, como adelantó este periódico, se hizo con 200.000 metros a los que podría dar un uso mixto, para logística y centro de datos.
En un momento del proceso mucho más precario, Solaria cuenta con una autorización de Red Eléctrica para una conexión de 225 MW de electricidad que podrían emplearse para una de estas instalaciones en Euskadi. La energética no ha desvelado detalles sobre posibles ubicaciones, pero tiene en Álava varios proyectos de parques fotovoltaicos. Y contra ella también se ha dirigido EH Bildu.
El Gobierno vasco, aunque de una dimensión casi 100 veces más pequeña, proyecta también tres infraestructuras en colaboración con Euskaltel –filial de MasOrange–, Dominion y el grupo Teknei de la corporación Mondragon. Unos socios a los que también se han sumado Kutxabank, las diputaciones vascas e Iberdrola, que como otras eléctricas también ha apostado por este negocio. El primero de los Data Center vascos estará en funcionamiento este verano en el parque tecnológico de Abanto, en Bizkaia, con 3 MW. Además, se han adquirido ya los terrenos en Mondragón para la segunda de estas instalaciones y los planes de futuro, según explicó el pasado octubre el director general de Dominion, Roberto Tobillas, pasan por buscar otro emplazamiento en Álava.
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