PNV y Bildu acercan posturas para lograr un pacto educativo que refuerce el euskera

Algo se ha movido en sendos cuarteles generales. Los jeltzales asumen que cualquier acuerdo en una materia tan sensible como la educación se quedaría cojo sin la presencia del principal partido de la oposición. En la coalición soberanista, por su parte, aprecian un cambio de talante desde que hace un año Jokin Bildarratz se puso al frente del Departamento de Educación en sustitución de Cristina Uriarte. La exconsejera, ahora asesora del lehendakari en ciencia e innovación, no fue capaz de forjar un consenso y le pasó los deberes a su sucesor en el cargo.

El nuevo titular ha asumido el reto y por eso ha activado las conversaciones con especial intensidad desde antes del verano. Por el momento, ha llamado a la puerta de EH Bildu, lo cual ha despertado ciertas reticencias en Elkarrekin Podemos-IU, de facto el socio preferente del Gobierno. El resultado de ese acercamiento es que el Ejecutivo autonómico empieza a detectar agua en la piscina. «Hay superficie de contacto para el acuerdo», concedió ayer Arnaldo Otegi en Radio Euskadi. Lakua incluso ha adelantado un año -de 2023 a 2022- su previsión para aprobar el proyecto de ley en Consejo de Gobierno, algo que la coalición soberanista pone en cuarentena porque querría un gran proceso participativo.

Una de las grandes cuestiones que están sobre la mesa es el euskera. Los informes del propio Ejecutivo autonómico reflejan que más de la mitad de los escolares matriculados en el modelo D no alcanzan la meta del bilingüismo a los 14 años. En su propuesta, EH Bildu aboga por acabar con el sistema actual y ofertar un único itinerario de inmersión lingüística. El PNV, en cambio, defiende mantener las alternativas -aunque está abierto a correcciones para solucionar las debilidades- en un sistema que por sí solo, año tras año, va aumentando la relación de chavales que estudian sólo en euskera. «Que me traigan a un niño que haya estudiado en la escuela pública vasca que no sepa hablar castellano, y yo les traeré cientos que no sepan hablar en euskera», contrapuso ayer Otegi.

Las diferencias de enfoque son evidentes, aunque también es cierto que el acuerdo previo a la ley no tendría por qué bajar a terreno concreto. Además, todos los actores asumen que habrá que hacer ciertas cesiones para ensanchar el necesario consenso. Antes que nada, con el PSE. El socio del PNV en el Gobierno vasco está informado de los avances con Bildu y ve lógico que haya una interlocución estrecha con la principal fuerza de la oposición, aunque recuerda que el primer acuerdo tiene que lograrse dentro del propio bipartito. Los socialistas defienden conservar los modelos con una vía trilingüe, aunque entienden que se debe hacer un esfuerzo por mejorar los resultados del euskera.

Con un PP+Cs reacio a cambios estructurales y Vox fuera de cualquier margen de acuerdo, Elkarrekin Podemos-IU aparece como el cuarto actor en discordia, amén de la propia comunidad educativa. La coalición morada también coincide en la necesidad de reforzar el euskera con un sistema que incremente su conocimiento, aunque sin olvidar la presencia de un tercer e incluso cuarto idioma.