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La ruta permite un paseo tranquilo y sin dificultades. E. Belauntzaran
GPS | Al monte

Otsabio, el guardián de los gigantes

Altzo (Gipuzkoa) ·

Una ruta sencilla que acerca al municipio guipuzcoano de Altzo, donde reina la leyenda del gigante de la película 'Handia'

Jueves, 16 de octubre 2025, 19:43

Una densa niebla cubre en esta época los caserones de Altzo Muinoa, un rincón precioso de Tolosaldea. Desde la plaza de Altzo parte esta ruta ... que nos permitirá conocer el museo dedicado al 'Gigante de Altzo', Miguel Joaquín Eleicegui. Su caserío natal está en Altzo Azpi y permite descubrir la historia de un hombre que llegó al mundo en 1818. Su infancia transcurrió como la de cualquier niño, hasta que al cumplir los 20 años sufrió una enfermedad grave tras la cual empezó a crecer desmesuradamente. Según fuentes de la época, Eleicegui «medía 2,42 metros y pesaba 203 kilos. Comía lo equivalente a tres personas y bebía diariamente 23 litros de sidra». Una figura de cemento en una pared cercana al caserío recrea al gigante y muestra su gran corpulencia y altura.

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La ascensión hasta la cruz de Otsabio desde Altzo es un regalo para los sentidos. Después de aparcar muy cerca de la iglesia, comenzamos la ascensión por la pista asfaltada de la derecha. Continuamos la carretera por el collado de Arrima (330 m.), hasta llegar a la estación de gas, al este de la loma de Elordi (370 m.). Muy cerca se encuentra un cruce y nosotros continuamos por la izquierda siguiendo las pinturas amarillas y blancas.

  • Distancia: 10 km.

Una cuesta asequible

Durante el trayecto disfrutamos de unas magníficas vistas de Tolosaldea. Entre ellos Larrunarri, Auza Gaztelu, Uzturre, la línea de Hernio. El camino es en cuesta todo el rato, aunque se hace más que asequible y no exige demasiado esfuerzo. Poco a poco, dejamos atrás los pinos, nuestros compañeros de camino hasta entonces, y comenzamos a adentrarnos entre hermosos bosques de hayas que siempre despiertan en nosotros una energía diferente. Casi sin darnos cuenta, comienzan a destacar algunas rocas gris-blancas, señal evidente de que pronto llegamos a nuestro objetivo, Otsabio. Y sin quererlo, casi escondida entre los enormes árboles, se encuentra la cruz de Otsabio, el buzón y un vértice geodésico.

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