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Vista del macizo central desde la Morra de Lechugales. J. GARAY

Un balcón con vistas al Mordor de los Picos de Europa

Morra de lechugales (Cantabria) ·

La subida a la cumbre más elevada del macizo oriental resulta una caminata cómoda que remata con una trepada final que le añade interés

Viernes, 10 de octubre 2025

El macizo oriental es el menos transitado de los tres que componen los Picos de Europa. Frente a las grandes montañas con las que cuenta ... el central -el Urriellu, Torre Cerredo, Horcados Rojos o Peña Vieja- o el atractivo de los lagos de Covadonga del oriental, el más cercano a Euskadi queda siempre relegado en los planes montañeros. Sin embargo, sus cumbres tienen también su atractivo. La que visitamos hoy ofrece una subida sencilla con una trepada final que le añade interés.

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Sus 2.444 metros convierten a la Morra de Lechugales en la cima más alta de este humilde macizo. Situada en el extremo del mismo, la ruta más habitual de llegar a ella parte del Jito de Escarandi, un aparcamiento situado a tres kilómetros de Sotres en dirección a Tresviso. Desde aquí se asciende por una amplia pista forestal que en unos 50 minutos lleva hasta el refugio del Casetón de Andara, donde Quique, su guarda, aconseja a los montañeros que se adentran en 'sus' dominios. El camino hacia a la Morra remonta por detrás de este pequeño albergue de montaña y continúa sin pérdida por un camino bien marcado.

La parte más interesante llega al final por dos razones. Una es que de camino a la Morra -la denominación procede del término 'morru', un animal al que se le han quitado los cuernos y se emplea en la zona de Cabrales en referencia a una elevación redondeada- se puede acceder también a los cercanos Salto del Caballo -a través de un cresterío que conviene evitar en los días ventosos- y el Pico del Jierru, que se puede visitar tanto en el camino de ida como en el de vuelta para llegar al collado Valdominguero y continuar la senda hacia el refugio que sigue la Traversera, la popular carrera de montaña que recorre los tres macizos.

La segunda razón que hace atractivo este último tramo es la mencionada trepada final. Una cadena ayuda a flanquear los últimos metros para llegar a la alomada cumbre tras unas cuatro horas de caminata. De frente, como otra recompensa, la panorámica del vecino macizo central, con su accidentado perfil que recuerda al Mordor de 'El señor de los anillos'. Solo le falta el incandescente ojo de Sauron.

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