Cinco huevos fritos que no te puedes perder en Álava

No es fácil encontrar un huevo frito en la carta de un restaurante alavés, precisamente ha sido su sabrosa vulgaridad la que ha apartado una apuesta que logra que el común de los mortales se chupen los dedos. Nada más apetecible que mojar pan en su yema y pintarlo todo de amarillo. Arropados con chorizo, pimientos, jamón, morcilla o lo que inventen sientan fenomenal. Ya el filósofo cordobés Averroes ponderaba el manjar en el siglo XII apuntando que para hacerlos buenos de verdad había que usar abundante aceite de oliva. Hoy, el manjar encandila paladares de forma tradicional o con la imaginación que ha alterado su aspecto, pero conservado su esencia.

Este se come de un bocado (no lo muerdan que se pringarán) y la explosión de sabor en boca sorprende a quien lo prueba por primera vez. Es el pintxo más solicitado de la capital alavesa y es que Senen, su autor, consiguió que la esencia de un huevo frito se condensara en una propuesta tan original como sabrosa. Una lámina deshidratada de patata envuelve un pequeño huevo de gallina y la crítica la considera una de las diez mejores tapas de España. ¡Ahí es nada!

¡Agárrate que hay curva! En esta taberna proponen sentarte sin prisa y degustar unos huevos fritos de esos que hacen que te olvides de la realidad por un rato. Es ideal para acudir en buena compañía, pero sin protocolos de ningún tipo. Aquí hay que mojar pan con gula y lo peor es elegir si quieres que los arropen con txistorra y alegrías, bacon y queso… Los más atrevidos se piden los 'rebeldes' que vienen con jamón, tomate y una salsa picante que quita el sentido.

Lo mejor de este restaurante amurrioarra es que todos sus platos se elaboran con productos de la zona, frescos y de buena calidad, incluidos los huevos fritos, que son de caserío y los casan con panceta, chorizo o jamón ibérico. La receta viene siempre junto a un buen puñado de patatas fritas artesanas y ricos pimientos. Y cabe señalar que en el lugar te sientes como en casa y así te tratan, de manera que la propuesta sabe aquí mejor que nunca.

La gran oferta gastronómica de pintxos, tapas, raciones y bocadillos que sugiere este espléndido local del Casco Medieval gasteiztarra incluye a los huevos fritos, aunque le dan una vuelta al concepto. El buen servicio que brindan sus responsables es un aliciente para probar sus deliciosas croquetas de huevo frito con patatas. Es un giro de guión que agrada al personal. Y los que se queden con ganas tienen los huevos rotos con gulas al ajillo que son pecado mortal.

Tienen varios comedores y una espectacular terraza que en verano es ideal para almorzar a base de huevos fritos, receta que elaboran aquí de la forma más tradicional y proponen acompañar con jamón, bacon, chorizo, morcilla frita, salchicha o croquetas. Eso sí, el arrope de las patatas alavesas fritas es invariable. Este enorme caserón de piedra goza de un entorno perfecto para tamaña tentación y hay quienes piropean el plato una vez untado hasta el final. ¡Olé!