La Polla Records cede el escenario del Buesa Arena al movimiento antivacunas

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La paradoja está en que el mismo fin de semana hemos visto cómo en el País Vasco -ese lugar que parece no saber qué hacer con unas cabalgatas infantiles al aire libre- se celebraban unos conciertos bajo techo en los que el peligro epidémico no parecía estar solo en la aglomeración, la ausencia de mascarillas y los gritos, sino en la propia banda interviniente. El viernes, durante el primer concierto de despedida de La Polla Records en Vitoria, Evaristo Páramos, punk pleistocénico, no empuñó la tradicional cruz en llamas al comienzo de su himno anticlerical 'Salve', sino un gran cartel con el escudo de la Organización Mundial de la Salud tachado. Y, como si el hecho de que llevase un brazalete amarillo con una estrella de David no fuese ya lo suficientemente patético, el cantante le cedió después el escenario -y el público cautivo- a dos mujeres del colectivo antivacunas para que leyesen un manifiesto contra el pase covid. Las portavoces, eso sí, fueron bastante abucheadas. Porque siempre hay esperanza para la humanidad. Y porque, como en cualquier otro concierto añorante del rock radical vasco, el pabellón estaría lleno de funcionarios. Bueno, ya podemos garantizarlo: el punk ha muerto. La buena noticia es que algo podrá sacarse por el lado del turismo ahora que sabemos que el último punk no se suicidó en Putney Bridge, sino en el Buesa Arena. Después de tragarse simultáneamente la gotícula equivocada y el sermonazo chalado del momento.

Pedro Sánchez anunció ayer que la Conferencia de Presidentes va a reunirse de inmediato. El miércoles. Pero por la tarde. Será que por la mañana hay lotería. Atendiendo al discurso presidencial (un minuto de «riesgo cierto» y cinco de autoelogio vacunal), cabe pensar que la reunión será una entrega de premios. Por la «portentosa marcha de la vacunación que está despertando la admiración en todo el mundo». Sánchez dio a ese respecto el dato definitivo: el porcentaje de vacunación «en medio de la adversidad de la erupción del volcán de La Palma». Pero cómo no va a estar el planeta boquiabierto. En La Palma ha debido de estar la gente vacunándose, sin descanso y dando vivas a la Ciencia, bajo la lluvia de piedras achicharrantes y lava sulfurosa. Menos mal que a estas alturas de pandemia sabemos lo que toca hacer: asustarse cuando el presidente comienza a salir constantemente en la tele pidiendo tranquilidad.

Luis García Montero dice no haber echado en falta a Almeida o Ayuso en la despedida de Almudena Grandes. La ausencia, sin embargo, fue clamorosa. Por lo sectario. Y porque lo institucional también debería servir para que la gente se reconozca más allá de la política. Anótese al menos que no siempre fue así. Y que no tiene por qué serlo. Recuerdo a Luis Alberto de Cuenca, secretario de Estado de Cultura con Aznar, escuchando en pie 'La internacional' en la despedida de Juan Antonio Bardem. Con el gesto respetuoso de quien escucha una cantata de Bach.