Todo a turnos
Furgón de cola ·
a nueva normalidad se intuye como un lugar en el que tienes que pedir la vezPablo Martínez Zarracina
Sábado, 23 de mayo 2020, 00:10
Ahora que el medio país que faltaba se incorpora a la fase 1, hay que advertírselo: lo de las terrazas no es para tanto. No ... son muchas las que funcionan y no hay forma de encontrar una mesa libre. Que las ganas sean muchas y las mesas pocas explica que en torno a las terrazas se dé la clásica situación de 'blitzkrieg' o guerra relámpago. Fuerzas pequeñas que buscan una victoria decisiva realizan movimientos veloces y concretan toda su potencia en un solo punto, intentando que el factor sorpresa le impida al enemigo organizar una defensa válida.
A partir de la fase 1 las terrazas se ocupan como Polonia en el 39. Sin miramientos.
Eso causa problemas y los hosteleros tienen que poner orden. El orden tiene que ver con los turnos. Uno indica en el bar su deseo de tomar algo y por lo general le explican cómo está la cosa: cuando se levanten los de aquella mesa están estos señores, después los chicos y luego ya van ustedes. Así se acaba con la guerra relámpago. Y se organiza algo mejor: la guerra psicológica. Tiene que ver con grupos de personas que se quedan mirando muy fijo a los ocupantes de una mesa, dejándoles claro que tardan mucho en tomar sus consumiciones y puede que incluso lanzándoles órdenes telepáticas: «levantaos, el sedentarismo y el alcohol son una combinación mortal, tenéis prisa, la vida es breve y la malgastáis en un bar, irse ya…»
El fenómeno va más allá de los bares. En muchos comercios hay que esperar a que alguien salga para que otra persona pueda entrar y el método va a extenderse hasta las playas, donde habrá un límite de estancia y los aforos se controlarán, de modo que igual tienes que aguardar a que alguien termine de broncearse para comenzar a broncearte tú. Si es asombroso lo que un virus le hace al organismo, no está nada mal lo que le hace a la sociedad. Nos toca ahora retomar la vida colectiva, que es en esencia una gran complicación, pero de un modo aún más complicado que implica juntarnos, pero separándonos de un modo coreográfico, preguntando a dos metros quién es el último, siempre por el bien común.
En 'La Eneida' Turno, rey de los rútulos, mata de un lanzazo a Palante, príncipe de Arcadia. Me gusta pensar que fue en ese momento cuando nuestra civilización aprendió a pedir la vez.
Mascarillas
Antifaz o mordaza
También existe un lenguaje de las mascarillas. Solo lo hablan, eso sí, los grandes líderes mundiales. Acuérdense cuando Xi Jinping reapareció con una mascarilla normalita, intentando hacer ver que no era cierto eso de que tenían mejores protecciones en el Comité Central que en los hospitales. O acuérdense de Revilla poniéndose en la tele una especie de visera de soldador y diciendo que aquello era un prodigio de la I+D cántabra. Trump, por su parte, se puso el jueves la preceptiva mascarilla durante una visita a una fábrica de Ford, pero se la quitó después para no darle «ese gusto» a la prensa. Al rato, claro, ya circulaban fotos de Trump con la mascarilla que sus partidarios denuncian que se les impone como una mordaza. Recordemos por último al presidente de Sudáfrica explicándole a la nación cómo ponerse una mascarilla y colocándosela, con los nervios, sobre los ojos, como un antifaz. Cyril Ramaphosa. Sí me representa.
Vistalegre 3
El líder
Pablo Iglesias ha sido reelegido líder de Podemos en una asamblea celebrada en el éter. Tras suspenderse Vistalegre 3 por el virus, Iglesias mandó votar rápido y telemático. Y ha obtenido un apoyo del 92%. Esta vez sin rivales, al habérselos cargado ya a todos. ¿La participación? El 11% de los inscritos. Casi cien mil personas menos que en Vistalegre 2. Todo se anunció entonces con los telediarios conectando en directo. Esta vez todo pasó de noche, en el ordenador de Echenique. ¿El número dos? Irene Montero. 80% de los votos. Los viejos partidos, etc.
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