Hola, no saludo
Furgón de cola ·
Pere Aragonès presenta la inexpugnable resistencia simbólica de una damisela del XIXPablo Martínez Zarracina
Martes, 29 de junio 2021, 00:13
Otra cosa no, pero la historia acumula un abundante catálogo de pueblos ingobernables que plantan cara con fiereza al colono, al amo, al invasor. Sin ... embargo, todos ellos palidecen ante el ejemplo del Gobierno independentista catalán, que no desaprovecha la oportunidad para la insurrección, pero consigue desviarla con bravura hacia el plano estético. Saben que el daño profundo al opresor se le hace sobre todo en el momento clave: las cenas de gala. También en los almuerzos. Y en los desayunos, llegado el caso.
Ah, amigos: no es sencilla la lucha por la libertad. La resistencia del independentismo catalán impresiona de ese modo por su arrojo y contundencia. Llega a los límites heroicos de ausentarse del saludo protocolario con el Rey en el acto en el que después comparten mesa con el Rey. Ya lo hizo en su día Quim Torra, padre fundador, y volvió a hacerlo el domingo Pere Aragonès. «¿Ha visto que no le he saludado antes, Majestad?», debió de decirle en la cena del Mobile el president al monarca. «Hombre que si lo he visto, Pere, ¡has estado imponente!», debió de contestarle Felipe VI. «¿Me pasas la salsa esa que tiene buena pinta?».
Puede parecer que todo esto es importantísimo, pero en realidad es tan solo la enésima entrega de un teatrillo perpetuo y atorrante. De pronto, a Pere Aragonès hay que interpretarle los gestos como a una damisela del XIX. Que si acude, que si saluda, que si orienta su perfume, que si aparta la mirada pero pestañea, que si deja caer un pañuelo con sus iniciales bordadas.
Que en Cataluña la opinión pública siga tragándose semejantes milongas resulta admirable, pero no debería pasarse por alto el modo en el que se compra la inagotable avalancha de chatarra en el resto del país. Fallida o no, la España de las autonomías es una santa. Hasta que deje de serlo y estallen las costuras por el lado de la igualdad territorial. Ayer, después de volver a verse con el Rey al que mantiene en el ostracismo, el president de la Generalitat recibió con honores a los presos del 'procés'. Además de abusar dolorosamente de los zapatos marrones, todos han sido indultados por la represión del Gobierno central en lo que ha sido una victoria sin precedentes del independentismo. Y nada de eso basta, como es natural.
PAÍS VASCO
Fachitas
Una de las cosas más graciosas que parecen haberse instalado en el pensamiento colectivo vasco es que el país derrotó al terrorismo por una especie de reacción inmunológica moral: el colectivo cortándole el paso a la amenaza totalitaria. Bueno, no fue así. Ni de broma. Por eso hoy en un campo de fútbol de Gernika se puede hostigar al hijo de un conocido político no nacionalista sin que al instante se forme un lío. A este vasco no lo amenaza nadie en presencia de otros vascos. ¿Se lo imaginan? No lo hagan. Lo que ocurre es que, como entonces, los matones increpan, que si fachita, que si te vamos a quemar, y el resto calla por no crispar y porque tampoco puede obviarse la evidencia de que es mucha tu responsabilidad genealógica siempre que estés en el lado equivocado del conflicto. «¿A estas alturas?», se pregunta el joven acosado. Y hasta la pregunta es rarísima. Como si lo de antes fuese de algún modo comprensible.
EDUCACIÓN
Desmotivados
Cabía imaginar que los cursos escolares de la pandemia, sobre todo el primero, habían sido una bicoca con todos aquellos exámenes 'online' y aquellas asignaturas repentinamente aprobadas. Sin embargo, las encuestas del Gobierno vasco revelan que ha sido todo una guerra psicológica: el 72% del alumnado está desmotivado y el 65% siente que ha descendido su nivel académico. Vaya. Dan ganas de aprovechar el verano para subir el nivel. Educación amenaza sin embargo con trabajar ya en septiembre lo de la salud mental y las emociones.
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