La ONU, faro y altavoz
Naciones Unidas debe legitimarse frente a intolerables imposiciones para redoblar la presión contra Israel, EE UU y Rusia
La ONU tiene una oportunidad de reivindicarse como faro y altavoz contra las crisis en la Asamblea General que se celebra esta semana en Nueva ... York. A pesar de sus debilidades y de la política de intolerable imposición que sacude el mundo, Naciones Unidas debe aprovechar sus capacidades para legitimarse como foro negociador y de presión. En su ochenta aniversario, afronta un escenario de hostilidades sin precedentes. La creciente amenaza de Rusia, dispuesta a romper los códigos de seguridad tras la invasión de Ucrania, y la devastación provocada por el ejército israelí en Gaza son una prueba de fuego para la comunidad internacional, reunida ayer en la cumbre sobre el reconocimiento de Palestina como Estado. Esta conferencia, apadrinada por Francia y Arabia Saudí, conlleva el deber moral de solidarizarse con el sufrimiento gazatí, en un apoyo al que se han sumado 147 países. Es un respaldo diplomático en progresión que tendría que ser interpretado como algo más que declaración de intenciones, pese a que Estados Unidos le haya dado la espalda para arropar al Gobierno de Benjamín Netanyahu. Es un primer paso para buscar una solución basada en la paz y la seguridad en Oriente Próximo, a la que se acaban de adherir, entre otros, Reino Unido -aliado tradicional de Israel- y Francia, el país europeo con más población judía y árabe.
La vía del reconocimiento del Estado palestino, abierta en Europa por el Gobierno de Pedro Sánchez en frontal oposición al genocidio que ya admite un comité de la ONU, protagonizará la conferencia, pero su aplicación es poco menos que imposible por varios motivos: la fragmentación del territorio, la destrucción de cualquier vestigio de organización y el veto de EE UU, que en vísperas ha echado por tierra una resolución que urgía a Israel a un alto el fuego en Gaza.
La maniobra de Trump para apartar al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás -solo podrá intervenir vía telemática- revela su alineamiento con Netanyahu, sobre el que pesa una orden de arresto por crímenes de guerra. No contar con Abás es restarle legitimidad frente al terror de Hamás, cuyo papel en el futuro de la región debe quedar relegado por completo para que prospere el esfuerzo diplomático. En 1988, la ONU cometió el error de dar un portazo a Yaser Arafat, líder de la OLP y, seis años después, Nobel de la Paz junto a Simon Peres e Isaac Rabin. La Asamblea no debe olvidar los sangrientos conflictos en África y la amenaza del cambio climático.
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