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Cogobernar el fuego

La virulencia de los incendios compromete a todas las administraciones y exige de sus responsables limitar las críticas a las justificables

Miércoles, 13 de agosto 2025, 00:01

España atraviesa horas críticas atemorizada por la voracidad de los incendios forestales y una ola de calor extremo que no parece que vaya a dar ... tregua, antes al contrario, en las jornadas que se avecinan. Con el desafío perentorio de controlar los fuegos aún por extinguir, lo que se conoce hasta ahora deja al paso de las llamas por las dos Castillas, Galicia, Andalucía, Extremadura y Madrid un reguero de desolación: 6.000 vecinos obligados a desalojar sus viviendas casi con lo puesto, ecosistemas medioambientales y también económicos arrasados, el patrimonio incomparable de Las Médulas en León hecho cenizas y una vida calcinada, la del madrileño de 50 años que intentaba salvar una yeguada.

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El balance de este desgarro, en la esperanza de que no vaya a más con nuevos focos y de que el titánico esfuerzo de la Unidad Militar de Emergencias y otros equipos de asistencia logre aminorar los destrozos irreparables, permitirá calibrar el alcance de la devastación y la envergadura del trabajo de recuperación de montes, campos y entornos habitados. Y las inspecciones ayudarán a despejar el origen de cada incendio, un esclarecimiento imprescindible para determinar su casuística. Aunque el cóctel recurrente viene combinando una prevención insuficiente, desatención del cuidado forestal, negligencias inflamables y la acción de pirómanos movidos por patologías psicológicas o por pura compensación pecuniaria. Un trenzado cuya mecha contribuye a prender el calentamiento climático.

La virulencia de los fuegos de este agosto, por encima ya del promedio de las últimas dos décadas en los que afectan a más de 30 hectáreas, y los precedentes evidencian que se trabaja más en apagar que en prevenir; y que el Estado, sus autonomías y las entidades locales han de sentirse interpeladas por esta amenaza persistente. Pero la obligada cogobernanza de este y otros desafíos comunes no solo exige una colaboración engrasada y leal. También evitar conflictos innecesarios o contraproducentes y limitar las críticas a las justificables. La crisis en Castilla y León dista de haber estado «controlada desde el principio», como alega el PP para amparar la cuestionable dilación del presidente Fernández Mañueco en regresar de sus vacaciones. Pero el reproche legítimo no excusa al ministro Puente de haber vuelto a pronunciarse en las redes sociales con un frívolo activismo incompatible con su cargo.

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