Díselo al cerdito
Furgón de cola ·
Pablo Casado evita a la prensa un día después de conocerse el escrito de Bárcenas a la FiscalíaSe filtró el escrito a la Fiscalía en el que Luis Bárcenas describe a Rajoy al tanto de la caja B del partido y en ... la sala de mandos del PP reaccionaron rápido, decidiendo que al día siguiente el presidente Casado debía viajar a Lleida y ser fotografiado con un cerdito. Ojalá haber asistido a esa reunión. Tras consultarlo con los mejores semiólogos, no sé si el recurso al cochinillo aspira a simbolizar la inocencia lechal de Casado o si se trata en cambio de relacionar subliminalmente su imagen con la promesa de una matanza futura. Ninguna opción puede descartarse si la maquinaria comunicativa del PP rompe a crear. Piensen que, para responder a la acusación de Bárcenas, la opción fuerte del partido fue ayer sacar a Javier Maroto a decir que todo pertenece al «pasado remoto». Le faltó añadir que pertenece también a una galaxia muy, muy lejana.
Otro de los argumentos defensivos de Maroto insiste en que Bárcenas es una «oveja negra», o sea, esa clase de empleado que a cualquiera le puede salir rana. ¿Qué hace uno ante eso? Pues lo que cualquiera: lamentarlo mucho y organizar con Interior un poco de espionaje parapolicial y algún que otro asalto domiciliario, contando para ello a poder ser con alguien a quien apoden 'El Gordo' y quizá también con alguien que se disfrace de cura, que eso le da siempre al operativo mucho color.
El PP lleva demasiados años atrapado en el caso Bárcenas. Con todo lo que ello implica. Cuesta demostrar que puedes reformar un país cuando no consigues ventilar un partido y tu mejor baza consiste en volver a los ERE de Andalucía, lo hizo ayer Cuca Gamarra, como si empatar en el delito fuese una victoria. En 2017 Martínez Maíllo anunció que al PP le llegaba la hora de la «rehabilitación reputacional». Será cosa mía, pero el modo en que ese concepto ha desembocado en acariciar cerditos no parece muy brillante. Ayer se esperaba que el líder de la oposición le dijese algo al país, aunque fuese en una granja porcina de Lleida. Pero a Pablo Casado, aquel vicesecretario de Comunicación que se acercaba con cordialidad a cada micrófono, le retuvieron a los periodistas a veinte metros y le acercaron a lo que parecía una puerta lateral una de esas furgonetas de cristales tintados que siempre parecen llevar dentro un secreto, un cadáver o al Equipo A.
CATALUÑA
'Efecto Borràs'
Una nueva encuesta del CIS insiste en que Salvador Illa ganará las elecciones catalanas. El sondeo es tan inesperado y ruidoso que hace pensar en Tezanos poniéndolo sobre la mesa como si fuese una ficha de dominó, o sea, dando un golpe retador. Puede que el 'efecto Illa' se esté quedando en un efecto secundario. Y todavía la campaña se la está llevando Laura Borràs, el huracán letraherido. En menos de una semana, la candidata de Junts ha declarado la independencia con el 51% de los votos, ha estado a punto de arrancarle la cabeza a Carrizosa al final del debate en TVE, ha puesto una pancarta gigante con su imagen en su pueblo, Igualada, que está gobernado por el PDeCAT y ha comparado lo suyo en el Supremo por adjudicar contratillos a dedo en la Institución de las Letras Catalanas con la malversación que, entre otras cosas, tiene en la cárcel a Junqueras. La respuesta de los fraternales enemigos mortales de Esquerra está siendo impagable: «Oiga, no, hombre, que lo nuestro no es corrupción».
EE UU
Rayos láser
No es fácil decidir cuál de todas las teorías lunáticas de la congresista republicana Marjorie Taylor Greene es la mejor. Pero confieso que la que sostiene que los incendios en California son cosa de poderosos judíos que manejan un láser espacial está muy bien. Porque las conspiraciones con un rayo láser ganan mucho. Pero también porque Greene es una feroz trumpista y no debe de haber reparado en que el yerno del jefe, Jared Kushner, no solo tiene mucho poder, sino que es además bastante judío. Ahora el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConell, ha definido con exactitud lo que representa para ellos alguien como Marjorie Taylor Greene, o sea, alguien que cree que el 11-S no hubo ataque al Pentágono y que en Estados Unidos las matanzas a tiros las organizan quienes quieren ilegalizar las armas. «Un cáncer», ha dicho McConell. Sin embargo, el Partido Republicano lleva años alimentando y aprovechando la asombrosa energía delirante que se genera en torno a Trump. El resultado, un país dividido. Y también un partido en el que, sin el pegamento del poder, no van a poder convivir mucho más tiempo los realistas y los tarados.
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