Sobriedad
Para tomar medidas contra la falsedad en la información ya están las leyes penales
A medida que sumo años resto muchas cosas que me sobran y valoro cada vez más la sobriedad en todos los órdenes. Sobriedad en sus ... acepciones de templanza y de prescindir de adornos superfluos. Un sinónimo ajustado me parece el de contención. Mi aprecio por la sobriedad se extiende también a las manifestaciones del arte. En el remedo del que practico, pasé de una literatura de lo excesivo y de la sátira barroca a una esencialidad, la más descarnada que soy capaz, y a que parezca que me cobran por usar adjetivos.
Aunque adoro la escuela de la comedia italiana clásica por su reflejo y comprensión de las chanzas a que nos somete la vida, para las manifestaciones en la vida social y política prefiero la ausencia de lo estridente y lo sobreactuado de la flema británica y su manera inexpresiva de formular el humor o la sentencia lapidaria. Quizá tenga que ver que mi temperatura corporal no pasa de 35 grados y medio con mi querencia por la austeridad de maneras, ese contenerse que me parece el conveniente vehículo refrigerado para la transmisión sosegada de un pensamiento crítico que sea lo más profundo posible.
La puesta en escena opuesta: alharacas, frenesís, vehemencias, catarsis colectivas, adhesiones entusiastas y soflamas como en trance, que nunca me han gustado, en la actualidad me tiran para atrás sobremanera y me desazonan. Aún en mayor medida cuando detrás de los entusiasmos no hay ideas contrastadas, solo lemas superficiales, ausencia de cuestionamientos y aparentemente también de dudas. Me pasa como cuando en un teatro, viendo una obra considerada muy divertida, se da la poco agradable situación de que todos se parten de risa a tu alrededor y a ti no te hace ni puta gracia.
Creo que el ejercicio del poder debe ser decente, en el sentido que lo entendían los romanos, y también sobrio. Sin puestas en escena melodramáticas, sin cambios de registro ni trasvases de la esfera personal a la pública y sin declarar intenciones que son vaguedades de buena voluntad, si es que la tienen, y demagogias de tomar medidas imposibles contra el uso de la falsedad en la información. Para eso ya están las leyes penales.
Pero la mala praxis de uno no hace mejor al otro, a quien tiene enfrente en la oposición. Ojalá el nivelado se diera por arriba, en vez de por abajo. Y la ultraderecha no está ni al ras, excava hasta el sótano menos dos. En cuanto al uso de insultos en la vida política, por supuesto sería deseable que amainaran, sobre todo porque la baja estofa excluye la altura de argumentos. No obstante, creo que es peor el intercambio de simplezas que el de descalificaciones.
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