Los juegos
Lo que verdaderamente interesa es poner la mirada en el futuro, no en el pasad
La editorial inglesa Puffin, que publica los cuentos del escritor Roald Dahl, va a revisar todas aquellas expresiones que pueden dañar la sensibilidad. Para ello ... ha contratado a una serie de lectores «sensibles» que han detectado agravios narrativos. La célebre Matilda ya no lee a Kipling, sino a Jane Austen. Las palabras 'blanco' y 'negro' no se usan, y el personaje que encarnaba a una bruja cajera en un supermercado será «científica de alto nivel».
Enmendar la plana a la vida y a la historia empieza a ocupar parte del tiempo de muchos jóvenes que ven en el revisionismo la reconstrucción de su deseada realidad. La ficción, ese sagrado espacio donde podemos recrear los sueños, tiene que ser políticamente correcta, o lo que equivale a ir por la vida con un corsé que te impide la respiración. Las miradas revisionistas son hambrientas y se posan sobre cualquier asunto que permita ser enderezado.
Así, el ajedrez ha caído en desgracia. Al juego comienzan a salirle detractores, pues las fichas son blancas y negras para empezar, para seguir hay peones, trabajadores que son utilizados para romper el frente y a los que se les come en cuanto dan un pasito adelante. Y lo peor, la reina… Ella hace todo el trabajo, protege al rey, se enfrenta a las huestes y sin su presencia en el tablero la batalla está casi perdida. Sin embargo, el rey, con un gesto, casi paso de ballet, remata el juego y ejecuta el jaque mate.
A mí, que ya peino canas, esto me recuerda a cuando todo era o pecado o ilegal. Durante una parte de nuestra infancia anduvimos torturados bajo las amenazas de los fuegos eternos, los limbos y los purgatorios, una serie de inframundos que era casi imposible esquivar porque vivir nunca fue una ciencia exacta y para aprender hay que errar. Lo que me llama la atención es que se ponga tanto interés en corregirnos la postura, invertir en el chocolate del loro, legislar hasta el vuelo de los pájaros, cuando lo que verdaderamente interesaría es poner la mirada en el futuro y no en el pasado.
Mientras tanto, este país sigue siendo el consumidor por excelencia de prostitución, actividad que no está regulada por ley o, para decirlo de otro modo, es alegal. Los prostíbulos, mancebías, casas de lenocinio, burdeles, sitios de lucecitas, casas de putas, quilombos o puticlubs como los que frecuentaban 'Tito Berni' y sus amigos están autorizados desde 2002 para que presten sus servicios los trabajadores sexuales. A mí la actividad legislativa me tiene pasmada y, como dice el refrán, no era nada lo del ojo y lo llevaba en la mano.
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