Bitcoin
En el mundo virtual uno puede invertir, arruinarse y adquirir cualquier cosa
Hace unos años, el 'boom' inmobiliario se extendió por nuestro país como una termita devoradora. Las urbanizaciones en las costas rompieron sus límites, cruzaron carreteras ... trepando hacia las zonas montañosas o a lugares preciosos que hasta entonces se habían respetado. Los concejales de Urbanismo, constructores y promotores inmobiliarios salivaban cuando veían un plano y los demás compraron propiedades como si no hubiera un mañana.
Vino la crisis, la venta por debajo del valor de lo adquirido, las hipotecas inasumibles y aquel reproche que dolía como un cólico nefrítico: habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades. Yo no fui propietaria, no porque no lo deseara, sino porque mis posibilidades no me lo permitían, pero siempre me quedó esa sensación de los temerosos que no saben ver la oportunidad de su vida. Ahora volvemos a lo mismo, pero en versión criptomonedas.
Mis conocimientos en materia de especulación son parecidos a los de las inversiones inmobiliarias: cero patatero. Sé que una criptomoneda es un sistema de pago digital que en esencia no depende de bancos para verificar transacciones, pero poco más. Interesada por las cifras de beneficios que con la boca pequeña cuenta quien invierte en bitcoins, me puse a trastear.
Resulta que el creador del bitcoin es un pseudónimo utilizado por la persona o grupo de expertos que desarrollaron la moneda en 2008. De Satoshi Nakamoto no se sabe nada y su rastro desapareció en 2011. Los expertos dicen que se trata de un grupo ligado al sector financiero. El bitcoin se ha ido posicionando en ese mundo paralelo que crece y ocupa un territorio incalculable. Es difícil de controlar, está descentralizado, es anónimo y burla los sistemas gubernamentales de control. Dicen que ha contemplado todos los agujeros que tiene el sistema tradicional y que además deja fuera a aquellos que prefieren la seguridad. Tiene algo de anarcosistema y sus tentáculos se extienden de manera espectacular.
En el metaverso que viene tendremos un mundo paralelo. Podremos dar una vuelta por el universo virtual en un coche marca Samsung que hasta puede que se nos entregue en nuestro mundo real. Por supuesto habrá que pagarlo. Y ¿cómo? Pues resulta que el bitcoin es solo una de las criptomonedas que circularon. También estará Decentranland (Mana), Illuvium, Sandbox, Axie Infinity… Todavía hay gente que sigue operando en euros, en dólares o en libras esterlinas, dependiendo de sus países de origen, pero ahora viene un mundo virtual donde uno puede invertir, arruinarse y por lo que parece adquirir cualquier cosa… Hay que ver lo difícil que es ser propietario.
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