Eligieron Miranda para convertirse en médicos
MIR. ·
Beatriz Ordoñez, Ángela Martínez, Daniel Requejo y María Gacitúa desarrollan sus 4 años de Médico Interno Residente en la ciudadToni Caballero
Domingo, 25 de junio 2023, 03:11
Se trata de un camino repleto de horas de sacrificio y horas de estudio. Una formación médica continua e intensa que se prolonga, en su ... último episodio, durante cuatro años de Médico Interno Residente (MIR). En este caso, el hábito sí que hace al monje o, mejor dicho, la bata sí que hace al médico, concretamente las horas de consulta y de crecimiento práctico que brinda el Hospital Comarcal Santiago Apóstol a cada uno de los jóvenes que escoge Miranda para terminar de convertirse en un verdadero profesional sanitario.
Ángela Martínez, Daniel Requejo, María Francisca Gacitúa y Beatriz Ordóñez son algunos de los jóvenes que encaran ya la recta final de su residencia en nuestra ciudad. De hecho, la última residente se une a la entrevista con la ronda de preguntas empezada ya que vuelve de una urgencia, finalmente frustrada, que en principio exigía una salida a domicilio. «Nos tiramos 6 años de carrera, luego hacemos el examen del MIR y otros 4 años, incluso 5, de residencia dependiendo la especialidad escogida», explican los jóvenes médicos. En su caso, todos ellos han optado por unirse a la rama de medicina familiar y comunitaria.
Tanto Requejo, de 30 años, como Ordóñez, de 29, darán comienzo, en octubre, a su cuarto y último año de residencia en el centro médico mirandés, mientras que Martínez (26) y Gacitúa (30) harán lo propio con el tercer curso. «Al haber pillado la pandemia por medio, vamos un poco descoordinados, no hay un año entre los cursos. En total, somos 26 personas haciendo la residencia en Miranda desde que volviesen las plazas MIR a la ciudad unos años atrás», señalan los sanitarios.
En esta línea, destacan que hacer el MIR con base en el espacio mirandés ofrece posibilidades que otros municipios más grandes te niegan, pero también entraña sus dificultades. «A nivel hospitalario, se hacen muchas más labores en otros hospitales más grandes, pero nosotros, como residentes, tenemos la suerte de ser los únicos y todos los especialistas nos dejan hacer de todo. En otro hospital, si hubiese un infarto, un médico de Familia no lo ve. Aquí, por suerte, lo vemos todo y siempre tenemos respaldo en caso de que haya situaciones críticas», argumentan.
Las frases
Médico Residente
Beatriz Ordóñez
«Rotamos de rama cada dos o tres semanas, es difícil porque siempre eres el nuevo y tienes que ir presentándote»
Médico Residente
Ángela Martínez
«Lo más duro suele ser al principio, cuando te ves solo en algunas guardias y te toca enfrentarte a algún caso bastante crítico»
Por el contrario, «lo peor es el principio de la residencia, el miedo a las guardias, enfrentarte al paciente en una de esas noches que te toca estar solo y no sabes muy bien que hacer. Siempre tienes la posibilidad de llamar al adjunto, en Miranda siempre hay alguien cerca por si acaso, pero hay veces que te viene una situación crítica y es de las primeras veces que te ves solo, así se aprende», subrayan.
«Soy de Galicia y elegí Miranda porque era lo que tenía más cerca de casa, pero tengo intención de continuar aquí cuando acabe mi residencia», advierte Requejo, de 30 años. Por su parte, Martínez, la única mirandesa de los cuatro, optó por su ciudad porque «es la mejor del mundo y tuve mucha suerte de nacer aquí», exclama entre las risas de sus compañeros. Para Gacitúa, originaria de Chile pero residente en Vitoria, el Santiago Apóstol es una gran oportunidad laboral a muy pocos kilómetros de casa, al igual que para Ordóñez, que también valora las ventajas de un hospital «pequeño» para formarse como médico de Familia.
Asimismo, Daniel Requejo y Beatriz Ordóñez recuerdan su llegada a Miranda con especial dificultad. «Fueron los meses de la postpandemia, el inicio. Teníamos que haber entrado en mayo y acabamos entrando bastante tarde, en septiembre. Nos recibieron muy bien, pero los compañeros estaban desbordados. Había bastantes bajas en los centros de salud y estábamos un poco desubicados. Se suspendieron los cursos, no teníamos opciones de formación y también nos perdimos la parte social, no se podía compartir tiempo con los compañeros fuera, tomarte unas cañas y hacer piña. Estuvimos un tiempo en el centro de salud, que es donde acabaremos la residencia los últimos meses, y fueron meses muy complicados, pero se nos recibió muy bien», rememoran.
Las frases
Médico Residente
Daniel Requejo
«Elegí Miranda por la cercanía con Galicia pero tengo intención de continuar en la ciudad durante más tiempo»
Médico Residente
María Francisca Gacitúa
«Al ser un hospital pequeño, tenemos la suerte de poder hacer de todo y los especialistas nos ayudan mucho»
Todos ellos coinciden en que la formación práctica cuenta con un peso sustancial en su desarrollo como médicos. «No es lo mismo ver el caso en papel que tenerlo delante. Claro que es importante el estudio, llevar la teoría bien preparada durante los años que te sacas el grado, pero luego te topas con cosas que igual ni recuerdas tanto. Se aprende mucho cuando se empieza a rodar», revelan.
En otro orden de curiosidades, la jornada de un residente en el Santiago Apóstol varía dependiendo de la rotación. «Lo peor que te puede tocar es una guardia porque te tiras metido aquí todo el día, las 24 horas. Sin embargo, una vez se pilla la dinámica, todo se lleva bien», expone la benjamina del grupo.
Cada dos o tres semanas cambian de turno y «nos vamos adaptando a las diferentes tareas», señala Requejo. Esta variación, según Ordóñez, «es lo peor de Miranda porque, aunque eres de Familia y tienes que saber un poco de todo, no te sientes de ninguna rama en concreto, siempre eres el nuevo y tienes que ir presentándote todo el rato».
Futuro
La relación con los pacientes y con el resto de compañeros del espacio médico de la ciudad es «más cercana» que en otros hospitales de mayor dimensión. Esta es una de las virtudes de Miranda respecto a otros municipios, uno de los pros a la hora de poder elegir el Santiago Apóstol o los dos centros de salud, Miranda Este y Miranda Oeste, a la hora de continuar desarrollando su carrera médica.
«Mi idea es volver a Galicia, a casa, a medio o largo plazo, pero no me importaría para nada seguir unos añitos en Miranda», asevera Daniel Requejo. En la misma situación se encuentra María Francisca Gacitúa, que sólo antepondría una oferta laboral en Vitoria, «donde vivo con mi marido». Por su parte, para Bea Ordóñez es más complicado. «Prefiero no pensarlo e ir viendo cómo se van dando las cosas», sonríe presa de la incertidumbre laboral, por desgracia, algo demasiado habitual para los jóvenes del país.
La única residente que parece tenerlo completamente claro es Angela Martínez que, además de mirandesa, no desaprovecha ninguna ocasión para reafirmarse públicamente como una gran mirandilla. «Yo no me quiero mover de aquí, quiero trabajar en mi ciudad. Siento si me repito pero yo no elegí nacer en Miranda, sólo tuve suerte», zanja ante la carcajada de sus compañeros, que apuran el café en el cambio de turno antes de volver a sus respectivos puestos. Ya han entrado en la dinámica y Miranda es la plaza que les convirtió en médicos.
Sacyl no cubre las plazas de residente de Miranda para 2023
La Consejería de Sanidad de Castilla y León no ha logrado cubrir las plazas de formación de Medicina de Familia en la última convocatoria de formación sanitaria especializada de 2023, tras adjudicar 150 de las 190 ofertadas de Médico Interno Residente (MIR). En conjunto, Sanidad asignó 695 plazas de formación de las 735 totales de esta convocatoria de formación sanitaria especializada por lo que quedaron vacantes 40, que corresponden en su totalidad a la especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria. El reparto de plazas quedan libres 9 de las 11 totales ofertadas en Miranda (lo que se traduce en 3 de cada 4) y 4 libres de las 9 de Aranda. En el caso de León, se adjudicaron 15 de las 20 plazas ofertadas y en Ponferrada, 2 de las 9 previstas, quedando libres hasta 7. Son datos negativos para Sacyl.
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