Pasión y devoción en Semana Santa
Recorrido por los pasos más valiosos, singulares, antiguos y nuevos que salen en procesión por La Rioja
virginia ducrós
Lunes, 30 de marzo 2015, 00:05
Devoción, sentimiento, pasión. La Semana Santa en La Rioja no puede entenderse sin sus cofrades, sus penitentes, sus camareras, sus pasos, sus saeteros, sus mayordomos... Después de un año de preparativos y de muchos rezos para que en esta ocasión acompañe el buen tiempo, miles de personas volverán a asomarse a las calles de las distintas localidades para, en un silencio íntimo, solo roto por los sonidos de tambores y cornetas, contemplar el discurrir de los pasos procesionales. En La Rioja hay setenta cofradías diocesanas canónicamente erigidas y otras nueve han solicitado su institución canónica. Todas ellas con sus nazarenos, cristos crucificados, oraciones del huerto, dolorosas... Quizá ninguno de estos pasos alcance el valor -económico- de algunos de la Semana Santa andaluza o vallisoletana, pero la riojana es rica en devoción. Porque el sentimiento mitiga el hecho de que sea menos espectacular, desde el punto de vista artístico.
Según explica Fermín Labarga, teólogo y director del Secretariado Diocesano de Hermandades y Cofradías, «la de La Rioja no destaca por su riqueza artística», aunque añade que ha conseguido, entre otras cosas, que cada Miércoles Santo «se forme una fila enorme de personas que acuden a La Redonda a venerar a Cristo en la tradicional limpieza del Santo Sepulcro. Es una imagen de gran devoción, como también sucede con el Cristo de Medinaceli de Calahorra el primer viernes de marzo».
Y es ahí donde reside el valor principal de una tradición que no entiende de edades y que ha llevado, por ejemplo, a declarar a la Semana Santa calagurritana como Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2014 por «aglutinar originalidad, tradición, historia y diversidad en su conjunto».
La Verónica, del siglo XV
Junto a pasos de finales de siglo XVI -el más antiguo que salía en procesión era el de La Verónica, del siglo XV, de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Santo Domingo de la Calzada, pero se optó por encargar una réplica para preservarla-, entre los que destacan el Cristo de las Ánimas, obra manierista de Arnao de Bruselas (alrededor de 1560), en Logroño; o el Cristo de Medinaceli, talla de Juan Fernández de Vallejo (1580), o el Cristo de la Vera Cruz, obra de Guiot de Beaugrant (datada entre 1540 y 1560), de Calahorra, se encuentran otros más nuevos. Por ejemplo, en la capital riojana, el paso de Nuestro Padre Jesús Cautivo, del sevillano José Antonio Navarro (2006), y Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos, obra del imaginero andaluz Manuel Madroñal Isorna (2006), son de los últimos en incorporarse a la Semana Santa logroñesa.
Al Cristo de Medinaceli, según explica Juan José Mateo, secretario de la Cofradía de la Vera Cruz de Calahorra, se le conoce también como El de la Tres Gracias y El de los Latinos. «Es un Cristo camino del Calvario que se saca en procesión desde 1969 a instancias de un grupo de calagurritanos encabezado por un carnicero del pueblo». En cuanto al Cristo de la Vera Cruz, explica que «es realmente atlético, proporcionado y dulcemente muerto en verdadera paz». Añade, además, que «es un Cristo de humilladero, puesto que se realiza para ser venerado de rodillas, única forma de ver con comodidad su rostro si el Cristo está clavado en el suelo. Este efecto se pierde si elevamos la imagen».
En cuanto al Cristo de las Ánimas, aparece «muerto, con los brazos tirantes (...), la boca abierta por la extenuación y los ojos entornados y tristes. Su cabeza, un tanto ladeada y caída hacia adelante, se comunica con el fiel que la contempla desde los pies», según información de la propia Cofradía.
Si se opta por la vistosidad de los pasos, sin lugar a dudas los más preciados son los correspondientes a oraciones del huerto. «En La Rioja hay, sobre todo, cristos crucificados, que suelen ser muy buenos, pero no así oraciones en el huerto», reconoce Labarga. Francisco José Suárez, párroco en Santo Domingo de la Calzada, añade que La Oración en el Huerto que se encuentra en esa localidad «es una buena talla, que pertenecía a la sillería de la catedral y que se restauró».
Sentimientos especiales
En Haro se encuentran dos pasos que despiertan gran devoción. Se trata del Santo Sepulcro, que data del siglo XVI, y Nuestra Señora de la Soledad, del siglo XVIII, que reúne en su ajuar mantos de terciopelo y joyas donadas por diversas familias a lo largo de los años. Ésta no es la figura mejor trabajada de cuantas componen el relato escénico de la Pascua, pero sigue generando entre los vecinos riojalteños un sentimiento muy especial. En Haro tampoco se puede olvidar El Prendimiento, la escena más pesada de cuantas salen en procesión el Jueves Santo en la capital jarrera, y la más interesante por su composición, por su movimiento, por la naturaleza de los materiales en los que fue realizada y por la perfección de los gestos y rostros que rememoran la detención de Cristo en Getsemaní.
En Logroño, dos pasos congregan el mayor fervor. Uno, el de la Virgen de la Soledad, donada, junto con el Santo Sepulcro, por Gabriel de Unsain en 1694. Es una imagen de la Dolorosa de vestir -únicamente tiene talladas manos y cara-, que destaca por su manto, de 4x5 metros, bordado en oro por las Adoratrices de Logroño con ayuda de muchas niñas. Es de terciopelo negro de Lyon y fue diseñado por Francisco Javier Rodríguez Garrido y estrenado el 6 de marzo de 1949.
El otro, el Santo Sepulcro. «Es uno de los pasos de más valor, sobre todo por la urna de carey, ébano y plata», recuerda Labarga. «Es excepcional, de lo mejor que se puede encontrar en toda España y ésta no es la típica afirmación que se hace por ser de La Rioja, sino que está constatado el gran valor de esta obra».