Perspectiva femenina: ¡Arriba los pololos!
Transformación lenta. ·
No es por ser aguafiestas pero estamos aún lejos de lograr un cambio total en igualdadYa vienen, ya, las fiestas de La Blanca. Y con ellas, Las neskas y los blusas. ¿Neskas? Sí, sí. También ellas, las chicas. Parecía imposible, ... no hace muchos años, que las mujeres pudieran salir en la ida y en la vuelta, junto con los conocidos blusas, o que Edurne bajara junto a Celedón Txiki, pero así es.
Las mujeres han soportado el peso de mantener las tradiciones y festejos locales y gracias a su callada labor se han podido conservar en gran parte. Lo han hecho con ilusión y empeño, pero esto no quita el gran trabajo que han desarrollado para que ellos pudieran vivir la juerga. Ellos son los que asistían a los festejos, todo el día, y noche, con sus cuadrillas de amigos. Ellos se emborrachaban, deporte local, para qué negarlo, y ellos se reían; ellos se lo pasaban de lo lindo, sin ninguna preocupación en esos días. La ropa, bien lavada y planchada. La comida, en la mesa, con toda la familia y amigos, reunidos para celebrar las fiestas. Después, pues a los toros. ¿Quién dijo fregar y recoger? ¿O preparar a los niños, con sus atuendos de fiesta listos? Ellas, las más afortunadas, también solían acudir al coso, en menor medida, pero eso sí, con todo en orden: casa hecha, compras hechas, ropas listas, misa oída, comidas, meriendas y cenas en marcha, enfermos atendidos y cuidados. Y después, una vueltica, y a casa con la infancia; mañana volver a empezar, que son las fiestas, y tienen más trabajo que ni sé. Podía haber suerte e ir a las barracas o al circo, los fuegos artificiales… Dependiendo de la época y de los posibles de cada cual, también había bailables y una programación estupenda en el teatro, 'Teatro de fiestas', se solía llamar, pero vamos, nada que ver con la juerga y el desmadre continuo de ellos ¡Qué suerte! (Aparte dejamos las exclusivas galas del Círculo o del Casino).
Llegó la democracia y algunas mentes empezaron a abrirse gracias al continuo empuje de las mujeres por conseguir sus derechos… En el largo sendero de conseguir la legítima equidad, llegó el turno de las neskas… Primero como txistularis, cuidadas con mimo, a sabiendas de los potros que podía una encontrarse alrededor… Después, Lamiak, Ausartiak (y nunca mejor dicho, pues participaron en la carrera de burros por primera vez) o Piztiak. Nada, no hubo manera de llevar adelante una cuadrilla únicamente de mujeres. Muchas discusiones locales, que si sí o que si no. Desde «qué pintan ahí las chicas, por Dios», hasta «por qué no van a poder estar». Y así terminó un siglo, empezó el siguiente, y hasta hace bien poco seguíamos viendo, y sufriendo, las tetatinas, esas pegatinas mágicas que te «permiten» tocar más tetas en cinco días que en todo el año y un sinfín de rosarios con la misma letanía. Pero se comienza a tomar conciencia y a obviar, incluso no permitir, las expresiones en cualquier formato que vuelvan, otra vez, a darle en la cabeza a las mujeres. Y ¡cómo no! No podían faltar los que se rebelan, y niegan la mayor. No cabe duda de que la integración de las mujeres en las cuadrillas, aunque no exenta de polémica, ha producido un cambio en ciertos comportamientos y actitudes, amén de cánticos y sentencias, otrora graciosos, hoy deplorables. Y vemos a cuadrillas de mujeres y hombres, y a blusas llevando el carrito de los niños, así como los llevan ellos, con una mano y mirando para otro lado, como despistados. Recordemos que, en otras fiestas de este pequeño país, todavía no se admiten mujeres en los desfiles y se les da la espalda en aras de la 'tradición'.
Aún hay agresiones
Sin embargo, a pesar de todos estos avances, no nos libramos de que en todas las fiestas haya alguna agresión a mujeres. No nos libramos de decir que estamos hasta el moño. No nos libramos de los rijosos, babosos, impertinentes o impresentables. No nos libramos de momento, y bienvenidos sean, de los puntos violetas, señal de que el llamado cambio es pequeño. Y necesitamos campañas, con pegatinas incluidas, para reivindicar que 'Jaietan ere, libre izan nonahi'.
Sabemos que las fiestas son una transgresión de nuestra rutina y que sus mitos y ritos se van transformando a medida que lo hace la propia sociedad. Ahora bien, y no es por ser aguafiestas, creo que estamos todavía lejos de conseguir ese cambio en igualdad, a semejanza de lo que ocurre en todas las esferas de nuestro mundo actual.
Lo que sí creo que ha cambiado es el atuendo de las neskas. ¡Les dan mil vueltas a ellos! Trajes con colores, sin pañuelo en la cabeza, y encima se han quitado los pololos, atuendo enojoso donde los haya. Fuera, pues, los pololos y vivamos unas fiestas en libertad. !Felices fiestas de La Blanca! Jai zoriontsuak denoi!
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