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El local que ha hecho popular el 'pollo broaster' en Vitoria

Todo empezó hace unos 15 años. La familia Marín Salazar, procedente de Colombia, había estado trabajando en sus negocios hosteleros en la vitoriana calle Diputación y en la plaza de San Antón. Hasta que llegó la crisis de 2008. «En ese momento, teníamos muchos clientes que disfrutaban de nuestros menús tradicionales y de nuestras recetas de pollo», cuenta Nicolás Marín hijo, un chico que llegó a España con 18 años y ahora, con 32, regenta con su familia la empresa con su padre del mismo nombre, su madre Sandra, su hermana Eliana y su cuñado, Jorge Cenís.

La historia tiene miga: «A nuestros comensales les encantaba nuestra fórmula, nuestra receta de pollo, pero siempre estábamos en continuo desarrollo. Sabíamos que el 'pollo broaster' en España no era una receta conocida. Sin embargo, nos motivaba la idea de hacerlo popular», explica. Algo faltaba: «Necesitábamos una freidora especial, una que trabaja a presión como las que utilizan en Estados Unidos». Y... ¡hete ahí! La encontraron donde muchos guardamos tantos trastos que no sabemos ni lo que tenemos: en el camarote de un conocido. Entonces surgió la marca: «Soñando despiertos, salió el nombre de Chicken Broaster King. En ese momento no pretendíamos quitarle el reinado al pollo asado en cuanto a popularidad en la mente de los consumidores, pero sí, ampliar las referencias al compartir un 'pío-pío' memorable con los seres queridos».

Sus platos estrella son el pollo crujiente broaster, las tiras de pollo y la hamburguesa crunchy, que lleva pan de amapola, lechuga, queso, col slaw, pollo crujiente y salsa barbacoa. También tienen una sección de responsabilidad social empresarial: «Es, como nos gusta llamarlo, nuestra misión de hacer el bien. Se trata de ser buenos ciudadanos corporativos y hacer lo correcto tanto para la comunidad como para el planeta. Tenemos producto local y consumo local, así que apoyamos lo nuestro. Nuestro pollo es de aquí, de nuestra tierra. Trabajamos codo con codo con productores locales, y somos como una gran familia».

También se toman muy en serio lo del reciclaje, y han cambiado los envases de porex por cajitas de cartón reciclado y 100% reciclable. La experiencia es un grado y sus años de trayectoria les han enseñado a gestionar la materia prima para que nada se tire. Al finalizar la jornada apenas queda nada. Y, ¿si algo sobra? «Suele ser una cantidad tan acotada que se reparte entre el equipo y listo. No tiramos nada de comida». En su carta, además de menús para todo tipo de comensales, hay raciones, ensaladas, pollo asado, diferentes salsas, complementos como croquetas, arepas, patatas, mazorcas de maíz, plátano macho… Y postres como helados, la tarta de queso, la de cinco chocolates o la red velvet, entre otros.

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