Zarautz, en la cresta de la ola

Cuando alguien pronuncia el nombre de Zarautz se imponen en la mente tres palabras: vacaciones, surf y Arguiñano. El juego de ideas sugiere estaciones cálidas, playa y buena comida. Ahora que ya ha arrancado la estación primaveral al menos sobre el calendario, que rogamos las atenciones del astro rey, acercarse hasta el municipio para otear el horizonte desde la arena y dar gusto al paladar toma forma en nuestros planes. La villa anuncia con luces de neón dos citas especiales: la Feria de la Cerveza, hasta el próximo 2 de abril, y el famosísimo Campeonato del Mundo de Surf, entre los días 4 y 8 de abril. Así que si te gusta el zumo de cebada y te apetece pasear con tu tabla o mirar como otros cabalgan las olas, ve buscando hueco urgente en la agenda.

La ‘XVIII Garagardo Azoka’ promete diversión ilimitada de doce del mediodía a una de la noche. Monitores para los más jóvenes desde las 13.30 hasta las 15.30 horas. Conciertos todas las noches a las 22.00. Y campeonato de mus hoy viernes, a las 15.30 horas. Reconocidas marcas calmarán a los sedientos. Están presentes Paulaner, Affligem, Murphy’s, Guinness y la novedad de Heineken para este año, Ladrón de manzanas, una cider elaborada a partir de zumo de manzana fermentado y sin gluten, de baja graduación.

El líquido hará rugir el motor de tus piernas, extenderá la visita hacia los espacios naturales que ofrece el lugar. El estuario, rincón pequeño donde se mezclan agua salada y dulce, al que los locales llaman ‘kanala’ por los muros que canalizan la desembocadura desde principios del siglo XX. El sistema dunar más extenso de la provincia, situado entre el norte de la playa y la margen izquierda de la ría de Iñurritza, con la pasarela desde donde apreciar sus plantas y habitantes. Y la marisma de mismo nombre que, aunque no muy grande, conserva elementos característicos del ecosistema, hogar natural para quienes han sabido adaptarse a las mareas.

Nadie duda de que Zarautz es playa, recorrido sin presiones por el paseo marítimo mientras observas las esculturas que diversos artistas firmaron para adornar este rincón del planeta. Dos mil quinientos metros la convierten en la más extensa de la provincia, dominio particular de visitantes que reparten el espacio de manera ordenada: extremo occidental para familias y bañistas, centro dominado por el surf y extremo oriental habitado por especies de flora y fauna.

Desafiando sus olas nacieron grandes figuras del deporte local, sufistas como Hodei Collazo, Axi Muniain, Aritz Aranburu o Ibon Amatriain. Engullidos por el neopreno apostaban contra el océano para ganar un reto de pericia. La playa abierta al Cantábrico, con olas de hasta tres metros y una temperatura moderada a lo largo de todo el año concedían, y siguen haciéndolo, el desafío. El próximo campeonato mundial vuelve a citar a los más osados, aunque no todo será surf durante esas jornadas.

Yoga, skate, fashion shows, pintxopote, danza y mucha música animarán el ambiente con nombres como Delorean, High Felicity, Nerabe, Willis Drummondy y varios DJs. Para aquellos que prefieran aislarse del ruido durante unas horas, la Oficina de Turismo facilita información sobre caminatas de diversa dificultad como la que acerca hasta Pagoeta (16 kilómetros), la de Talaimendi desde Iñurritza (6) o la que lleva a Getaria(7,8 kilómetros).

A la hora de reponer fuerzas resulta obligatorio rendir homenaje a la creación de Karlos Arguiñano para Zarautz, el ‘Toldotxo’, pintxo que incluye merluza, jamón ibérico, patata y pimiento verde acompañado de aceite y un suave alioli. Lo encontrarás en los bares Txiki Polit, Euskalduna y por supuesto en el Hotelka.

Los amantes del caldo pueden apuntarse a una visita guiada en las bodegas Rezabal (www.txakolirezabal.com) o Talaiberri (www.talaiberri.com). El txakoli de Zarautz forma parte de la Denominación de Origen de Txakoli de Getaria y está considerado uno de los de mayor calidad. Unas cien hectáreas de viñedos repletos de uva blanca Hondarribi Zuri -casi un 90% de la cosecha- y tinta, Hondarribi Beltza, visten el paisaje, regalando un vino con personalidad que ha de tomarse bien frío, a ser posible mirando al mar y con un sol que algún día atenderá nuestra llamada.