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Jesús Lens
Martes, 4 de febrero 2025, 00:48
De todos los tesoros –y no sólo culinarios– que nos llegaron de América, el cacao es uno de los más importantes. Soy de los convencidos de que la riqueza –y no sólo económica– y el cacao caminan de la mano, no en vano, a esta bebida se la conoce como el alimento de los dioses. El origen legendario del cacao se sitúa en México, cuando el dios Quetzalcoatl regaló a los hombres el árbol que lo produce. De hecho, su nombre científico es Theobroma Cacao y Theobroma significa en griego 'alimento de los dioses'.
Estamos en la época más triste del año según los algoritmos. El final de las fiestas, las prolongadas horas de oscuridad, el frío, la cartera tiritando, lo mucho que aún queda para las próximas vacaciones... convierten el invierno en una auténtica bomba de relojería que, a nada que nos descuidemos, nos puede sumergir en la tristeza, la melancolía y la apatía. Y ahí es donde entra el cacao en juego, que hablamos de un alimento con propiedades energéticas, estimulantes y euforizantes.
Comenzar la mañana con un buen vaso de leche y cacao, además de emparentarnos con los mismísimos reyes mesoamericanos, supondrá un chute de energía y optimismo para encarar la jornada y nos ayudará a reducir los niveles de estrés. A todo ello debemos sumar que el cacao aporta esa fibra que necesitamos para regular el tracto intestinal y que ayuda a regular la presión arterial y el colesterol del malo.
Más propiedades: aporta antioxidantes, por lo que es aliado del antienvejecimiento al actuar contra los radicales libres y proteger las células de nuestro organismo. Los flavonoides que aporta también ayudan a cuidar nuestra piel. Y le echa una mano al sistema inmune gracias a sus efectos antiinflamatorios y antimicrobiales, que tiene propiedades analgésicas.
El cacao es el ingrediente esencial del chocolate, la forma más habitual de tomarlo. La clave es que tenga la menor cantidad de azúcar posible, dado que ya aporta muchas calorías de por sí, hasta 228 por cada 100 gramos de producto. Ojo si el chocolate que eligen no muestra bien visible la proporción de cacao que lleva. Uno con el 90% supone que el 10% restante es de azúcar. Y de ahí para abajo. Los chocolates con leche llevarán nada más que entre el 20% y el 50% de cacao (y mucha azúcar) y el blanco, nada… más allá de un bajo porcentaje en manteca de cacao.
No es fácil usar el cacao en cocina más allá de alguna salsa para acompañar carnes. Cuesta trabajo desligarlo de su relación con el chocolate, sea en forma de tableta –y no la de los abdominales, precisamente– bombones o el ganache que usamos como relleno o cobertura de los postres. Acompaña bien a los frutos secos, sobre todo almendras y avellanas. Frutos rojos como las fresas y las frambuesas o el plátano y la naranja. Se lleva bien con especias como la canela, la vainilla o el chile picante y con los lácteos.
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