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Las vaquillas suben la temperatura en el Iradier
Numeroso público aprecia el buen hacer de los recortadores y disfruta con las carreras y algún revolcón de los aficionados más valientes
Los toros tienen que ser a las cinco de la tarde, con sol y moscas, afirman los puristas entre los puristas. Que se sepa, no se pronuncian sobre el resto de los festejos taurinos, como las vaquillas. Aquí en Vitoria, en el día de Santiago, la tradición las coloca en horario matinal. Y eso no ha impedido que en el Iradier nadie se atreviera a sentarse en los tendidos de sol y que los abanicos fueran un gran aliado para aliviar el sofoco en los graderíos de sombra, bastante nutridos en el anillo inferior. Alrededor de tres mil personas se fueron animando y disfrutando con el festejo, a medida que los jóvenes se decidían a participar en la cita.
Ha habido incluso quien se ha colocado en el ruedo con un capote. Parecía que iba a emular a los mejores matadores del escalafón, pero se ha quedado en poco más que pose. Ha sido más una cuestión de atrezo que de uso porque los capotazos han sido con una sudadera y una cazadora que, si no ha acabado con algún jirón, sí ha terminado bastante ajada. El 'trapo' ha sido arrastrado en un par de ocasiones por el suelo al ver su dueño demasiado cerca a la becerra.
Tan cerca como querían ver al animal los chavales que cada vez que se anunciaba la suelta de una res de la ganadería guipuzcoana Marqués de Saka la esperaban a 'porta gayola'. Aunque la valentía se les acababa rápido. Era intuir que aparecía por el callejón de toriles y salir corriendo hacia el centro del ruedo los más decididos y en busca de un burladero los más conservadores. Como las escasas neskas –sobraban dedos de las manos para contarlas– que se atrevieron a aceptar la invitación de bajar a la arena.
Quiebros profesionales
Porque la primera parte del espectáculo ha corrido a cargo de los profesionales de Euskal Herriko Errekortariak. Cinco guipuzcoanos y el vitoriano Mikel Vallejo que arrancaron con quiebros, saltos y desplantes antes de dar paso al espectáculo del columpio, en el que han logrado involucrar a cuatro aficionados del público. Y también en el tercero, el denominado 'Don Tancredo', que ha convertido a Bryan en la figura del festejo frente a 'Asesina', la vaquilla que «te está tirando sólo con el rebufo», según bromeaba el 'speaker' del espectáculo, que daba «las gracias a los que venís. Resistimos y aguantamos con las vaquillas en el Iradier».