El presidente francés, Emmanuel Macron. Reuters

Macron es el problema

Daniel Reboredo

Historiador y analista

Jueves, 16 de octubre 2025, 20:47

Francia vive una situación realmente preocupante, tanto para sus ciudadanos como para el resto de la UE. ¿Dónde está en estos momentos el país galo? ¿ ... Hacia dónde va? La sociedad francesa es una sociedad malhumorada que cuestiona cualquier reforma y desconfía de la política. A esta situación hemos llegado en un país demasiado orgulloso de sí mismo en el que la polarización política ha roto consensos y distanciado enormemente a sus principales actores políticos.

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La crisis de gobernabilidad en la que está sumida se inició mucho antes de las elecciones legislativas de 2024 y de la configuración de la Asamblea Nacional en tres bloques claramente irreconciliables en aquella fecha. Ultraderecha, centroderecha gubernamental e izquierda la definen, al igual que la fragmentación que ha hecho imposible la estabilidad en el gobierno. De ahí el efímero paso de figuras de barro políticas como Élisabeth Borne, Gabriel Attal, Michel Barnier, François Bayrou y ahora Sébastien Lecornu. Su dependencia de frágiles e interesadas alianzas, de presiones y rechazos constantes ante cualquier intento de reforma, de una gran polarización entre la extrema derecha y la izquierda radical y, sobre todo, la errática y omnipresente presencia de un desacertado Emmanuel Macron cuya varita mágica apuesta por la comodidad del continuismo obviando su aislamiento, han hecho imposible cualquier conato de gobernabilidad y ha acentuado exponencialmente la crisis política del país.

Lecornu superó este jueves dos mociones de censura presentadas en la Asamblea por la izquierda y la extrema derecha. Primera prueba de fuego superada después de manifestar que retrasaba la reforma de las pensiones hasta después de las elecciones de 2027 y de que centrará sus esfuerzos en aprobar los Presupuestos antes del 31 de diciembre. La aprobación del proyecto presupuestario es una premisa fundamental para que la crisis institucional no se convierta también en una crisis económica y financiera. Con un déficit público del 5,8% del PIB y una deuda que asciende al 114% del PIB (55.000 millones de euros), la segunda economía de la UE se ha convertido en el tercer país más endeudado de la zona euro, por detrás de Grecia e Italia, lo que pone en riesgo no sólo a Francia sino también al proyecto europeo en el que, junto con Alemania, han sido los pilares que han sustentado los decisivos avances de integración europea.

El futuro de la democracia en Francia pasa por salir de la exclusividad de una democracia presidencialista que pretende tener respuesta a todo y a la que los ciudadanos confieren la capacidad de tener la respuesta a todo. A largo plazo, eso supone la reducción de los poderes de un presidente omnipresente y omnipotente y la aceptación de que la institución presidencial no es más que una institución democrática entre otras. Las decisiones de Macron desde 2024 justifican esta necesidad, ya que ni su soledad, ni su incapacidad de entender las necesidades del país (obviando que una coalición de izquierdas ganó las últimas elecciones), ni su empecinamiento en nombrar primeros ministros de su partido, etc. han convertido a quien prometió la regeneración de la política francesa en el mayor problema de Francia y de la crisis institucional que padece el país.

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