La ultraconservadora Takaichi se perfila como la primera mujer en asumir la jefatura de Gobierno en Japón
La política de 64 años se impone en las primarias del Partido Liberal Demócrata y, salvo sorpresa, se convertirá a mediados de octubre en primera ministra tras ser refrendada por el Parlamento
Sanae Takaichi está llamada a hacer historia en Japón. La política ultraconservadora de 64 años se ha impuesto en las primarias del Partido Liberal Demócrata ( ... PLD) y se perfila como la próxima primera ministra nipona, un cargo que hasta ahora no ha ocupado ninguna mujer. Su formación, en coalición con el grupo Komeito, su socio menor, constituyen la fuerza más numerosa y la oposición carece de unidad suficiente para presentar una alternativa de consenso, lo que le garantiza -salvo enorme sorpresa- su llegada al poder tras una votación en el Parlamento prevista para mediados de octubre. «Trabajaré, trabajaré, trabajaré, trabajaré, trabajaré», ha prometido en su primer discurso.
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La nueva jefa del PLD se disputó el control del partido con Shinjiro Koizumi, actual ministro de Agricultura que a sus 44 años -veinte menos que ella- buscaba asimismo hacer historia como el líder más joven que ha tenido Japón tras la guerra. Su inexperiencia, pese a ser un político muy mediático, le habría pasado factura entre los militantes conservadores. Las bases se decantaron en segunda vuelta por Takaichi (por 185 votos a su favor frente a 156 para su rival), quien ha anunciado «una nueva era» en una formación que desde mediados de los noventa ha gobernado Japón de forma casi ininterrumpida. De hecho, ella misma participó en varios Ejecutivos, entre otros cargos como titular de Interior.
Takaichi destaca por sus ideas conservadoras en lo social, aboga por un mayor gasto público y quiere reforzar los programas de defensa. Su modelo a seguir, según reconoce ella misma, es la ex 'premier' británica Margaret Thatcher y tuvo como mentor a Shinzo Abe, el antiguo primer ministro de Japón asesinado en 2022, cuya política se espera que continúe si finalmente acceder al poder. «De ahora en adelante haré todo lo posible con humildad, así que les pido su guía y su orientación», ha señalado en su primer discurso, en el que ha exigido más esfuerzo a los nipones. «No podremos reconstruir a menos que todas las generaciones unan sus fuerzas y todos trabajen duro. Yo misma he abandonado la expresión 'equilibrio entre vida laboral y personal', así que pido a todos que trabajen duro en sus respectivas áreas por el bien de Japón», ha reclamado.
Tensión con China
La llegada de Takaichi a la jefatura del Gobierno podría complicar las relaciones con China, cuyo poderío militar en la región ha criticado abiertamente. La nueva líder del PLD, además, ha advertido que seguirá con sus visitas al santuario de Yasukuni, en Tokio, símbolo del militarismo japonés donde descansan los restos mortales de numerosos criminales de la Segunda Guerra Mundial.
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Pero el gran reto a nivel doméstico para esta política será recuperar la confianza hacia un partido, el suyo, muy debilitado por la sucesión de fracasos en las urnas que desencadenó, precisamente, la renuncia de Shigueru Ishiba como primer ministro y jefe del PLD a principios de septiembre, cuando llevaba menos de un año en el poder. El último varapalo electoral se lo llevó el pasado julio con una aplastante derrota en los comicios al Senado. La presión de los barones de la formación para que renunciara al cargo no hizo entonces más que aumentar hasta que anunció su dimisión pese a que su mandato debía acabar en 2027 y que había salido airoso de las complicadas negociaciones comerciales con Estados Unidos y, en especial, de los aranceles para la industria automovilística del país, uno de sus pilares.
Su más que probable sucesora como jefa del Ejecutivo, al que seguramente someterá a una importante renovación, deberá esforzarse además por conectar con los más jóvenes, que protagonizan una fuga de votos hacia partidos populistas más pequeños, sobre todo, como consecuencia de la crisis por el elevado coste de la vida. Takaichi tendrá que enfrentarse además al reto de la caída de la natalidad en Japón, que ha registrado en 2025 el menor número de nacimientos en 125 años.
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