Milena Casado, en defensa del amor propio
La trompetista aragonesa presentó en el Palacio Europa su primer álbum en un directo libre de solemnidades
«Vengo desde que era chiquitina, así que es para mí como tradición». Con estas palabras agradeció la trompetista Milena Casado (Lanaja, 1997) la invitación a formar parte del cartel de su querido Festival de Jazz de Vitoria, al inicio de su actuación en el Palacio Europa, que este viernes se despedía del ciclo en el que debutaba como sede. Las puertas de este nuevo espacio se volvieron a abrir con Casado, una de las músicas de jazz españolas más prometedoras, que subió al escenario acompañada por Morgan Guerin (EWI PDC, piano, sintetizador), Kanoa Mendenhall (contrabajo) y Jongkuk Kim (batería).
Y es que Casado -residente en Brooklyn- ha crecido y de qué forma. Desde que era una niña -el festival compartió en redes imágenes en las que se la veía junto a figuras como Jon Batiste o Antonio Sánchez-, y desde su última visita el año pasado, cuando brilló junto a nada menos que Terri Lyne Carrington. Esta vez, su carta de presentación fue 'Reflection Of Another Self', un álbum debut que definió como un «viaje de exploración y descubrimiento propio», y sobre el que habló abiertamente del síndrome del impostor, de miedos, traumas, y sobre todo, de la necesidad de amor propio. Se notaba que estaba en casa: la artista se mostró dicharachera y natural en un directo que entusiasmó a buena parte del público (y también descolocó a algunos aficionados).
En este sentido, destacó el tema 'O.C.T (Oda to the crazy times)', en el que utilizó un looper y una máquina MPC para repetir sonidos y crear capas, algo que encajaba a la perfección con ese adjetivo de «modernidad» con la que se le suele presentar. «¿Era un poco loco esto, verdad?», preguntó al público al notar algunas caras de sorpresa. «Entonces es que el mensaje lo he transmitido», resolvió divertida.
En su búsqueda de contrastes, versatilidad absoluta y una forma de tocar imprevisible, también hubo pasajes casi oníricos, como en 'Lidia y los libros' -inspirado en ese «momento de desconexión» que puede ofrecer la literatura-, que partió del sonido sucio de los vientos y en el que Mendenhall recurrió al arco, ya pasada la media hora de una actuación. Todo con unos acompañantes en estado de gracia.
Entre tema y tema, Casado buscó la interacción con el público. Ocurrió, por ejemplo, tras 'Circles', título sobre el que preguntó a los asistentes qué les sugería. La respuesta fue curiosa: desde las butacas se escucharon palabras como «armonía circular», «el mar», «volver al mismo lugar», «ciclos vitales». «Con todo esto componemos un tema», bromeó ella, subrayando que gira en torno a la idea de cerrar ciclos y repetir patrones.
Ascendente en su tramo final, la actuación -de casi hora y media- incluyó un recitado de versos sobre el amor propio en 'Resilience', un simpático momento de promoción de sus discos, marcapáginas e imanes artesanales («momento promoción», dijo), y una cálida despedida en la que pidió al público que tarareara 'SELFLOVE', con un latido cercano al funk. Muchos repitieron la melodía al salir. Otros se marcharon con la sensación de haber presenciado algo extraño, raro, o fuera de lo común. Pero de eso también va el jazz.