Turbonegro recuperan el crédito perdido siete años después
El sexteto noruego apostó por las guitarras y por sus canciones más populares, de temática homosexual muchas de ellas, en un show que conectó con el público
Los noruegos homonormativos Turbonegro (Oslo,1989) estuvieron en el Azkena en 2018, con su nuevo cantante, Duke of Nothing, sustituto del primer vocalista, Hank Von ... Helvete (1993-2009 en la banda), que abandonó el barco debido a que se volvió loco por culpa de la politoxicomanía. Esa vez anterior no dejaron una buena impresión porque actuaron a la luz del día y tocaron muchas canciones de su reciente disco de entonces, 'Rock N Roll Machine' (2018), durante un bolo de 17 piezas en 85 minutos irregulares, decepcionantes en la primera mitad (mal sonido, canciones nuevas no tan peligrosas…) y más efectivos en la segunda (por volumen, claridad acústica y calidad de sus himnos crápulas).
La cosa ese día no sonó bien, además metieron teclados poco usuales en sus himnos, y el show mejoró a partir de la novena canción, 'All my friends are dead / todos mis amigos están muertos', cuando se desataron los hits en un epílogo también con altibajos. Y menos mal que este viernes, de noche (a pesar de las luces tan malas del escenario, éste tenía más misterio que a la simple luz vespertina) y apostando por las guitarras, Turbonegro dieron un bolo más breve y con alta concentración de éxitos particulares, y es que no tienen disco nuevo desde ese anterior de hace siete años. Tocaron 16 canciones en 67 minutos más intensos y provocativos de principio a fin, aunque en verdad sufrieron un gatillazo en la última canción, 'I got erection', por buscar a lo bobo la colaboración activa del público entregado desde el arranque: las manos arriba, los katxis volando, al menos una bengala encendida...
El día después de su actuación del jueves en el gran festival metalero francés Hell Fest, los seis turbonoruegos (bueno, el bajista y jefe de la empresa. Happy Tom, es yanqui) apostaron al pleno por las guitarras, abrieron fuego con el rock and roll 'Hurry Up & Die', hicieron hard rock como el de sus paisanos y coetáneos Gluecifer en 'Back to Dungaree High', sugirieron la ópera rock en 'Part III: Rock n Roll Machine', y en 'Rendezvous With Anus' recordaron rocanroleros a Danko Jones.
La cosa prometía, y dos dianas consecutivas lograron con 'Hot for Nietzsche', muy Hellacopters (por cierto, los suecos están hoy sábado en el Azkena Rock Fest), y el punk epidérmico 'Selfdestructo Bust'. 'City of Satan' brotó cual un himno sectario en la estela de Queen, la high energy propulsó 'Wasted again' (esta no la tocaron en Francia el jueves), y a Kiss, igual que otras muchas de sus composiciones, remitió 'Are You Ready (For Some Darkness)'.
Coros a pleno pulmón
El momento cutre fue cuando Happy Tom cantó «la cocaína, la cocaína» con la melodía de 'La cucaracha' (¡en 2018 osó hacerlo el cantante Duque de Nada!), y tras interpretar 'Zillion Dollar Sadist' llegaron otros dos hitos corales consecutivos con la explanada coreando a pleno pulmón: 'All My Friends Are Dead', un rocanrol con poso de Ramones, y 'Get It On', un himno glam con doble sentido muy sexual.
Pasamos por la operística 'Fuck the World (F.T.W.)' (al acabarla espetó en castellano el cantante: «a la mierda...», el mundo, claro) y por la coral 'The Age of Pamparius', y otro fogonazo lo dieron con la cañera 'Denim demon' (la otra que no tocaron la víspera en el Hell Fest), antes de apagarse con 'I Got Erection', único borrón de un bolo muy bueno y creíble. Sin embargo, ah, cuánto alivia que los grupos que molan recuperen el crédito perdido.
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