El relevo generacional también suena a rock en Vitoria
Para todas las edades. El festival vitoriano celebra por segundo año consecutivo el programa Txiki ARF con talleres para diseñar púas y conciertos didácticos
Cuando se dice que un festival es familiar, lo habitual es que más de uno frunza el ceño. La etiqueta suele interpretarse como un guiño ... a esa comunidad de fieles que repite edición tras edición. Pero en el caso del Azkena Rock de Vitoria, la familiaridad va más allá, casi que se hereda. Desde el año pasado, los más pequeños cuentan con una programación propia bajo el nombre de Txiki ARF.
«Somos azkeneros desde hace más de diez años y llevábamos tiempo pensando en traer a las niñas, pero sentíamos que aún eran pequeñas», explicaban este viernes pasadas las cinco de la tarde Raquel y Javier mientras Noa (10 años) e Iraia (6) lucían sus colgantes hechos con púas de guitarra en uno de los talleres de la carpa Rat Hole. A escasos metros, el grupo Rock en Familia versionaba a Extremoduro, Loquillo, Miguel Ríos o Rosendo.
El año pasado, Noa se quedó con las ganas de ver a Arde Bogotá y este año, no pudo con Kaotiko, que actúa a las dos de la madrugada. ¿Solución? «Hemos hecho un mix, venimos por la tarde, participamos en los talleres y por la noche las dejamos con los abuelos», contaban sus padres.
Ese plan –aprovechar las primeras horas del día con los críos– se repetía entre muchas familias. «También nos merecemos pasar un rato de fiesta», decían entre risas. Porque sí, el amor al rock también permite conciliar en algunos casos
Una de las escenas más curiosas de la jornada fue la de los pequeños pintando logos de bandas icónicas con una concentración asombrosa. Martina y Vega, de 9 y 6 años, coloreaban la cruz tachada de Bad Religion mientras, al fondo, sonaba Extremoduro. La mayor ya es veterana. «Es la cuarta vez que viene», comentaba su aita David.
- ¿Qué grupos te gustan?
- Muchos. Tiburona... y Kai Nakai.
Porque sí, hay vida más allá de las listas de 'streaming'. Martín (10) y Daniel (7) lo confirman. Debutaban en el Azkena acompañados por su madre, Adriana Cuesta, y su tía Rebeca. Martín ha empezado a tocar la batería y sus gustos van de Imagine Dragons a Mägo de Oz, con una pizca de Slipknot. «Nos encanta el ambiente. Siempre he visto muchos niños aquí. Pensaba: cuando tenga los míos, los traigo», cuenta Adriana.
También hubo aitas que debutaron como asistentes al Azkena. Es el caso de Marcos (36), que por fin cumplía un viejo anhelo. «Siempre quise venir, pero era inviable. Este año me regalaron las entradas y, como podía traer a las crías, no lo dudé», relataba junto a su hija Naia. Sobre el oído musical de la pequeña, no hay discusión «Si le pongo algo que no le gusta, lo quita. Tiene criterio», afirma su padre. No cabe duda de que el gusto por el rock se mantiene vivo.
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