Dinosaur Jr. se dejan abrazar por la electricidad
El trío encabezado por J Mascis, un mito del rock alternativo de los 80 y los 90, repasó íntegramente su álbum 'Without a Sound' y añadió unas cuantas joyas del resto de su repertorio
Que J Mascis es un tipo bastante especial ya se puede intuir antes incluso de que salga a tocar, con solo ver la disposición del ... escenario: tras él se elevan tres imponentes columnas de amplificadores dispuestas en arco, como abrazándolo o envolviéndolo por detrás: es su refugio, su huevo de dinosaurio eléctrico, y muy raramente se aventurará fuera de él a lo largo del concierto. Esa primera impresión se confirma cuando se le ve paseando distraídamente por ahí arriba antes de que empiece la actuación, sin ningún respeto por esas convenciones dramáticas del espectáculo que obligan a alimentar la tensión para hacer una aparición estelar, y más aún tratándose de un icono del rock estadounidense de los 80 y los 90, con su inconfundible suma de gorra, gafas y melena ya blanca del todo. No, J, el Jota más famoso del rock en todas partes menos en España, no es de esos, y podríamos enumerar algún rasgo singular más: es un dios de la guitarra que no incurre en ninguna de las poses tradicionales del gremio, y mucho menos en derroches de testosterona. Huye de lo aparatoso y lo grandilocuente, pero es verdad que también cotiza alto como dios de la pereza, hasta el punto de que puede mostrarse letárgico, capaz de transmitir aún más desgana que el otro J, el 'planetario'.
Otra cosa es la música, lo que hizo a Dinosaur Jr. una de las bandas más importantes de la escena alternativa, cuando unos pocos (ellos, Sonic Youth, Pixies...) demostraban que podían armarse canciones de otras maneras. Mascis y compañía (otros dos históricos, el bajista Lou Barlow, a su vez líder de Sebadoh, y el batería Murph) venían al Azkena a tocar íntegro su álbum de 1994, 'Without a Sound', y a ello se dedicaron sin demora ni palabrería: arrancaron con 'Feel the Pain' y 'I Don't Think So', los dos temas estrella del disco, y el bajo restallaba y la guitarra hacía erupción al llegar a los estribillos, hasta el punto de parecer varias guitarras superpuestas, a un volumen que bien podía estar diez veces más alto que la voz. Mascis, por supuesto, casi no habló (explicó qué disco iban a tocar, anunció cuándo acababa la cara A y dio las gracias un par de veces) y tampoco se movió mucho: en algunos pasajes emprendía un tímido bamboleo de la guitarra de lado a lado y, en otras, un leve cabeceo, pero eso era todo, y a veces había que mirarle las manos en la pantalla para cerciorarse de que la imagen no se había congelado. Mientras tanto, Barlow era el polo opuesto, se encorvaba y tocaba el bajo como si estuviese peleando con una serpiente que se le escurriese hacia el suelo.
La asistente de los cartones
Aparte de algunos estribillos resplandecientes, los momentos cumbre de las canciones de Dinosaur Jr. son los solos, con ese sonido de guitarra tan reconocible, y seguro que a los fans no les importaría que se prolongasen minutos y minutos. Pero Mascis, pese a que parece particularmente a gusto tocándolos, siempre se ajusta a la idea más habitual de canción de rock, sin excesos de minutaje ni desvaríos progresivos: Dinosaur Jr. siempre tuvieron, de hecho, un ramalazo más clásico que rupturista si los comparamos con sus compañeros de generación, que a J le valía comparaciones un poco cansinas con Neil Young por su estilo instrumental y su voz un poco maullante. En Mendizabala destacó especialmente el solo de 'Get Out of This'. Y fue muy bonito el paréntesis de 'Seemed Like the Thing to Do', cuando se quedó solo en escena y brindó una interpretación austera y delicada, aunque de vez en cuando intercalaba una interferencia de distorsión en la que la guitarra sonaba como un edificio derrumbándose. Ah, entre tema y tema, una azafata salía a cambiarle unos cartonajes que tenía delante, apoyados en los monitores, se supone que con las letras.
«Vamos a tocar más canciones», anunció J cuando se les acabó 'Without a Sound'. Y en ese tramo extra, aparte de un tema en el que él se ocupó del bajo y Barlow tocó la guitarra y cantó, se sucedieron las joyas de su repertorio, entre melancólico y abrasivo: 'Little Fury Things' y sus guitarras extraordinariamente ácidas, 'Start Choppin'' (la que mejor sonó de todo el concierto), su himno imperecedero 'Freak Scene', su versión mutante del 'Just Like Heaven' de The Cure (con Barlow voceando los 'you' del estribillo y uno de los finales más abruptos de la historia del rock) y, de remate, 'The Wagon', una de sus melodías más inmediatas. Y nuestro hombre se marchó, sin más, aunque seguramente le habría gustado más que los amplis se cerrasen en torno a su persona y lo dejasen encapsulado en electricidad.
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