«El Azkena tiene un estilo único y ajeno a las modas, en Vitoria es donde encaja»
El organizador del mayor evento cultural de Álava prevé repetir los 50.000 asistentes de 2024. Y respecto al programa, «todo Trashville me atrae»
Estos días la agenda de Alfonso Santiago le lleva por toda la geografía nacional; un sin parar en una profesión incompatible con un verano tranquilo. ... El máximo responsable de Last Tour, la promotora del Azkena vitoriano, responde mediante cuestionario a las preguntas sobre la dimensión y carácter del festival, que cuenta con ELCORREO como medio colaborador. Dice que es «único», que no tiene sentido en otra ciudad y que aspira algún día a superar el tope de los 55.600 asistentes de 2011. Mientras, el reto consiste en «mejorar la experiencia» para los espectadores y darse gustazos como traer a John Fogerty.
– El año pasado creía factible alcanzar los 50.000 espectadores en las tres jornadas del festival y su previsión se cumplió. ¿Qué cálculo manejan para este año?
– Este año estaremos en cifras similares, es un evento bastante estable. Tiene un público muy fiel y una temática y estilo únicos que cada año atrae a mucha gente afín al género.
– El récord está en los 55.600 espectadores de 2011. ¿Será posible reeditarlo en algún momento?
– Mi naturaleza es optimista. Sí, espero que sí. La clave es seguir trabajando con intensidad por mejorar la experiencia y acercar buenos artistas.
– ¿Está dentro de sus objetivos alcanzar esa cifra o prefieren continuar en unos márgenes más discretos y garantizar así la comodidad?
– Es muy importante el equilibrio entre ambos factores. Crecimientos sostenidos, con servicios adaptados a ese ritmo, para garantizar una experiencia de calidad. Tampoco esperamos crecimientos desproporcionados, ni los queremos, buscamos un desarrollo lento y gradual.
– ¿Qué margen de crecimiento tiene el Azkena y en qué áreas?
– Se puede seguir mejorando la experiencia: accesos, gastronomía, nuevos escenarios, mejoras en los baños, ampliar espacios del recinto… Desde que llegamos a Mendizabala en 2003 ha habido muchos cambios y mejoras, y esperamos poder implementar gradualmente otras que ayuden a vivir una mejor experiencia.
«Soy optimista y algún año superaremos los 55.600 asistentes», el récord de 2011
– El festival parece asentarse en tres jornadas en Mendizabala. ¿Prevé cambios?
– Tenemos en mente varias propuestas innovadoras, que esperemos podamos materializar en los próximos años. Dependemos del desarrollo y la salud del evento para poder financiarlos.
– ¿El Azkena es un festival rentable a nivel económico?
– Por la tipología de música que trabaja, es un festival 'diésel'. Lo hacemos rentable con trabajo. El rock lleva sin estar de moda casi 30 años. En estas últimas décadas ha habido otros géneros que se han impuesto, en esos espacios hay muchísimos más artistas, más audiencias y más rentabilidad.
– En alguna ocasión ha reconocido que el Azkena ha interesado en otras ciudades. ¿Se puede saber el nombre de alguna?
– No aportaría nada desvelar qué ciudades se han interesado por organizar un Azkena. Es lógico que se interesen, es un festival único y ajeno a las modas. Lo importante es que nace en Vitoria y es donde encaja perfectamente.
– Muchos recuerdan el concierto de Fogerty en 2017. En 2020 quisieron traerlo pero no pudo ser por la pandemia. ¿Era una deuda pendiente?
– Sí, era uno de esos artistas que veníamos persiguiendo desde las primeras ediciones. Fue muy especial escuchar en Mendizabala todas esas grandes canciones que conocemos y nos han marcado tanto a los amantes de la música. Es una constante, pelear durante años por traer un artista, y ese año que lo consigues genera un placer muy especial, ver como el público disfruta de esa actuación que llevábamos a veces décadas peleando por acercar a Vitoria.
– Imaginemos que tuviese todo el presupuesto del mundo y libertad de agenda, ¿qué grupo contrataría?
– No creas que no pensamos mucho en ello. Y siempre llegamos a la misma conclusión. Last Tour cuenta con un gran equipo de profesionales que logra traer los mejores grupos siendo coherentes con el presupuesto que manejamos. Si tuviésemos más recursos, el foco lo tenemos puesto en mejorar la experiencia del festival: accesos, infraestructuras, naturalización de espacios, hacerlo más accesible económicamente al público, sostenibilidad… y un estilo propio marcado por la defensa de los valores humanos. Creo que la cultura es una poderosa herramienta para alzar la voz contra las injusticias, contra la barbarie.
«Echo en falta que más gente se rebele. Nos estamos volviendo apáticos e insensibles»
– Si fuese un espectador más, ¿qué conciertos no se perdería? ¿Y cuáles recomendaría fuera de los cabezas de cartel?
– Existen varios artistas que no he podido ver nunca, como Melissa Etheridge, C.O.F.F.I.N. o Margo Price, son quienes me despiertan más interés. Todo lo que pasa en Trashville me atrae e interesa especialmente. Y no dejaré de ver a Richard Hawley, John Fogerty o Lemon Twigs.
– En los últimos años dan mucha importancia a atraer a familias, las actividades para niños... ¿Es el Azkena también una pequeña escuela de rock?
– ¡Me gusta esa comparación! Hace años que azkeneros y azkeneras de las primeras ediciones se acercan con sus hijos e hijas. Y eso hace ilusión, no te lo voy a negar. Buscamos que el festival sea familiar, que se acerquen no solo las personas adultas, que las nuevas generaciones vengan y disfruten de la música.
– Lo mismo se puede decir de la dimensión 'sostenible'. ¿Son exigencias por parte de las instituciones?
– La sostenibilidad forma parte de nuestra manera de entender el mundo. Somos una de las primeras empresas BCorp de Euskadi y la primera promotora musical de Europa que consiguió esta certificación hace ya casi tres años. Ahora mismo nos estamos volviendo a 'recertificar', un proceso largo y complejo que la mayor parte de las empresas que se someten a él no superan.
– Suele medirse la idoneidad de un evento por el impacto económico que deja. Digamos que es la 'excusa' para 'venderlo' a aquellos que no comulgan con estos actos. ¿Qué opina de ello?
– Los grandes eventos tienen efectos en las localizaciones donde se desarrollan. Eso es una evidencia. El impacto económico en sectores de la ciudad como la hostelería, el comercio, el turismo … es importante. Me parece lógico que se mida la repercusión que los eventos tienen en la economía, en el empleo, en la generación de riqueza, en el posicionamiento de las ciudades, en su reputación. Por ponerte un ejemplo, entre el Azkena y el Bilbao BBK Live generamos más de 1.000 empleos directos, aplicando en ambos el convenio de hostelería de Bizkaia por ser más ventajoso para las personas trabajadoras, además de la cadena de valor de nuestros proveedores con unos 3.500 empleos. Una de nuestras señas de identidad es el impacto positivo en el tejido social y de empleo de las localizaciones de nuestros eventos y es por ello que damos importancia a la contratación de personas en el propio territorio de nuestro festival. Las industrias culturales y creativas son un sector económico, y así han de ser percibidas. Aportamos valor. Las ciudades valientes acogen eventos valientes.
– Hace unos años señaló que el Azkena puede dejar unos siete u ocho millones de euros a Vitoria.
– Esos datos surgen de un estudio de impacto que hizo el Ayuntamiento, y las cifras debieran ser similares ya que tenemos la misma asistencia.
– En los últimos años han surgido festivales de formato diferente, más reducido, como el Esférica de Rioja Alavesa, que no apunta tanto a congregar mucha gente sino a combinar música con gastronomía en lugares emblemáticos. Igual que Pirineos Sur, que gestiona Last Tour. ¿Qué opina?
– Son opciones a elegir, los que nos gusta la música la disfrutamos en grandes festivales, en salas pequeñísimas, en el coche, debajo del agua o en festivales boutique. Al final la música y la forma de entenderla se va desarrollando, y el público cada día cuenta con más opciones. La clave es que la música siga llegando a más gente, que la disfruten en libertad de la forma que quieran y el formato que más le guste en cada momento. No es una cuestión de cuál es mejor, es una cuestión de entender cada una de ellas y elegir el momento de disfrutarla. Lo que hay que huir es de las ortodoxias.
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