¿Por qué los niños son capaces de ver la misma película cientos de veces?
Un estudio de la Universidad de Sussex (Brighton) explica que los pequeños afianzan las informaciones a través de la repetición, integran estas historias como un patrón
Marina León
Sábado, 4 de septiembre 2021
Las plataformas streaming para ver miles de películas están a la orden del día. Netflix, Amazon, HBO… la lista de opciones es interminable y hay producciones para todos los gustos y edades. A pesar de esto, hay quienes son capaces de ver la misma película una y otra vez sin despegar los ojos de la pantalla: los pequeños de la casa. No importan los estrenos y novedades porque ellos querrán ver esa película que seguramente vieron ayer y de la que ya se saben de memoria los diálogos y canturrean todas las canciones. Hace unos años Netflix hizo público que un usuario había llegado a ver la película Bee Movie, de Dreamworks, más de 357 veces en menos de un año. La dueña de la cuenta era una mujer de Reino Unido y el culpable de las visualizaciones su bebé de 10 meses. Tal y como señaló la mujer al periódico británico The Sun, esta era la única forma para que el pequeño lograse conciliar el sueño.
Todo quedó en una divertida anécdota, pero ¿Por qué los niños son capaces de ver la misma película tantas veces sin cansarse? No hace falta irse a Inglaterra para dar con este tipo de situaciones, si hacemos un viaje en el tiempo recordaremos películas y cuentos de nuestra infancia que nos gustaba escuchar una y otra vez, casi como un ritual antes de dormir o los domingos por la mañana. En primer lugar, se puede creer que los colores, la música o las voces son estímulos muy atractivos para el cerebro de los pequeños. Sin embargo, cuando eligen darle al play de la misma película una y otra vez, hay algo más que mera atracción sensorial.
Tal y como explica un estudio de la Universidad de Sussex (Brighton), los pequeños aprenden y afianzan las informaciones a través de la repetición, integran estas historias como un patrón. «A medida que lo logran mejoran su lenguaje, descubren nuevas palabras, comprenden mejor los argumentos, y desmenuzan cada vez más y más detalles consiguiendo con ello una mayor satisfacción personal». La repetición también les confiere a los niños sensación de seguridad, son capaces de saber qué va a ocurrir, cuál va a ser la siguiente escena y cuál va a ser el final de cada uno de los personajes, ese escenario de control refuerza sus expectativas y les relaja. Leire Iriarte, vicesecretaria de SEPYPNA (Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente), doctora en Psicología y Profesora en la facultad de Psicología y Educación de la Universidad de Deusto, añade que «el placer que proporciona la experiencia no se agota con un solo visionado o lectura, sino que se mantiene más tiempo en el niño. A lo que se suma la satisfacción por entender cada vez mejor la película». Además, los niños tienen esa necesidad de pertenecer, de formar parte de algo y las películas son un ejemplo claro con el que, además de entretenerse les adentran en un nuevo mundo en el que pueden dialogar con los protagonistas e incluso bailar con ellos.
También entra en juego el pensamiento lógico que hace referencia a las relaciones que hacemos entre dos o más objetos y que es clave para el desarrollo intelectual de los niños. Viendo una y otra vez la misma película los pequeños descubren por si mismos esas relaciones causa-efecto, los vínculos entre las acciones, los gestos o las palabras.
De este modo, poder disponer de un marco como es una película con una historia determinada, les permitirá ir encontrando esas mismas relaciones.
Muchas veces no comprenden todo a la primera, en una película infantil hay muchos estímulos que captan su atención y todo ocurre muy rápido. Al igual que los adultos, ellos también necesitan su tiempo para procesar la información. «El argumento de una película o un cuento, por muy sencillo que sea, supone un reto para la mente del niño, que en ocasiones necesita más de una oportunidad para poder entender lo que ocurre. Además, cada vez que oye o lee un cuento, ve una película o realiza un dibujo, va captando o realizando pequeñas variaciones, pero para eso es necesario que hayan superado y comprendido todo lo previo».
Estas situaciones no desaparecen cuando somos adultos. Hay libros, películas, canciones o programas que podemos consumir repetidamente hasta la saciedad. Según una encuesta realizada por la revista literaria y cultural The Atlantic, hay varios factores que salen a escena. El primero de ellos es el de los hábitos, como salir a correr para comenzar el día, son regulares y automáticos. «Ni siquiera tenemos que pensar en ellos, y eso es parte de su valor». En segundo lugar, estarían las costumbres o rituales como ver la misma película todas las navidades con nuestra familia y, finalmente, existe un sesgo de statu quo, «la observación de que las personas tienden a apegarse a decisiones anteriores, porque la dificultad de optar por una nueva alternativa es mentalmente agotadora».