Pradales, de remero a patrón
Perfil ·
Discípulo de Urkullu desde la niñez, quien a todas luces será su sucesor como lehendakari encarna el relevo generacional de un PNV que ha visto en serio peligro su hegemonía políticaHay quien vio desde el principio en Imanol Pradales Gil (Santurtzi, 1975) un calco de Iñigo Urkullu con unos cuantos años menos; catorce, para ser ... exactos. Correcto, frugal, tranquilo, disciplinado, serio, con cara de no haber roto un plato en su vida. Algo se le debió de pegar en cuarto y quinto de EGB, cuando fue su maisu en la ikastola Asti Leku de Portugalete. Y algo de él debió de ver aquel profesor para que, dos décadas después, como presidente del Bizkai buru batzar, lo fichara de colaborador en lo que fue el inicio de su trayectoria política. Ninguno de los dos podía imaginar entonces que el pupilo acabaría relevando al maestro en la intrincada tarea de gobernar Euskadi.
Resulta inevitable hablar del parecido entre ambos, de su larga relación personal y también de ese emotivo abrazo en el que se fundieron el 26 de noviembre de 2023 en Sukarrieta, representación de la máxima jeltzale 'Katea ez da eten' ('La cadena no se rompe'). Recién designado candidato por sorpresa y a la carrera, sólo 24 horas después de que EL CORREO desvelara que el PNV prescindía inesperadamente de Urkullu como aspirante a la reelección, Pradales comenzó junto a la tumba de Sabino Arana un periplo de casi cinco meses y más de 12.000 kilómetros en coche que le ha llevado a ganar, el mismo día de su 49 cumpleaños, las elecciones autonómicas más competidas de los últimos tiempos.
Quien a todas luces será el próximo lehendakari ha tenido que rodarse a marchas forzadas porque, si bien está largamente bregado en la gestión pública, era un perfecto desconocido para la mayor parte de la sociedad vasca en el momento de su designación. Diputado foral en Bizkaia desde 2011 −primero de Promoción Económica y después de Infraestructuras y Desarrollo Territorial−, la maquinaria del PNV ha trabajado a pleno rendimiento para darle la máxima notoriedad y tratar de proyectar una figura presidencialista bajo la vitola de hombre preparado, producto de la meritocracia, euskaltzale, deportista, familiar y cercano. «Llamadme Imanol», pedía en uno de sus vídeos de presentación, en el que bromeaba sobre su escasa popularidad.
«Formal y obediente»
Suele contar Rosi, su ama, que desde pequeño fue «un chaval formal y obediente» que, como era el mayor de los cuatro, siempre miraba por sus hermanos, todos varones. Nacidos con apenas seis años de diferencia, se criaron en un bajo del barrio santurtziarra de Mamariga cuando aquellas cuestas eran de barro y todo estaba por hacer. Allí, enfrente de la casa en la que sigue residiendo la madre, pervive ante el cambio una palmera que plantó la propia familia. Y allí Imanol forjó su carácter mirándose en el espejo de Manu, su aita, ya fallecido, maestro industrial de formación que acumuló empleos inestables y largos periodos en el paro mientras participaba en la junta municipal del PNV.
Las penurias económicas que atravesó la familia marcaron al primogénito, quien decidió volcarse en sus estudios. De la ikastola se llevó el euskera que no pudo aprender en casa. Y a la universidad −hizo la carrera de Ciencias Políticas y Sociología en Deusto− llegó gracias al dinero que le dio su aitite de la indemnización que había cobrado como superviviente de la Guerra Civil. En la institución jesuita, en la que se doctoró, también dio sus primeros pasos laborales como profesor e investigador en el campus de San Sebastián. Allí permaneció hasta que, tras ser fichado por Urkullu como colaborador, su otro padre político, José Luis Bilbao, le dio su primera responsabilidad pública como director de la sociedad foral Bizkaia:xede.
Fue entonces, en 2007, cuando Pradales tuvo que dejar en el dique seco su mayor pasión: el remo. Bogó desde los 15 años en la Sotera, la trainera de su pueblo, e incluso compitió en la Bandera de La Concha recién cumplida la veintena. Él mismo reconoce que nunca fue «un remero extraordinario», pero sí sacó de allí lecciones como «el esfuerzo, la disciplina y el sufrimiento», y también el amor de su vida, Laura, hermana de un compañero de equipo y amigo. Desde hace dos décadas viven en la vecina localidad de Portugalete y tienen en común una hija de dos años.
En la política, como en el deporte, son muy pocos los que pasan de remero a patrón, una tarea reservada para los líderes cuando han acreditado su trabajo a babor o a estribor. Pradales nunca llegó a ponerse al frente de la trainera −sí formó parte de la directiva de la Sotera una vez que dejó de bogar−, pero ahora le toca dirigir el rumbo de una nave mucho más grande llamada Euskadi. Lo hace después de haber sorteado las corrientes de fondo que amenazaron la histórica hegemonía política del PNV y tras subirse a una ola a pocos metros de meta cuando el rival, EH Bildu, parecía sacarle un bote de ventaja.
Su misión inmediata será la de estabilizar del todo una trainera poco acostumbrada a los embates electorales, al menos no en las etapas recientes hasta hace un año, y que no quiere que esta calma balsámica sea el presagio de la más dura de las tempestades. La 'era Pradales' ya ha comenzado y ahora toca remar, remar más y seguir remando.
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