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Miren Gorrotxategi tarda veinte minutos en votar por una confusión con su apellido

La candidata a lehendakari vivió una auténtica odisea hasta que, finalmente, se percataron de que sus datos del censo no se correspondían con el DNI

Domingo, 21 de abril 2024, 11:59

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Miren Gorrotxategi ha sufrido uno de esos momentos de 'tierra, trágame'. La candidata a lehendakari por Elkarrekin Podemos acudió con total normalidad a una de las aulas del colegio Zabaldarra en Durango para depositar su voto. Cuando fue a darle el DNI al presidente de la mesa, este le explicó que no estaba en la lista de posibles votantes.

La cara de la líder de la formación morada en Euskadi era un auténtico poema. «¿No estoy aquí? ¿Será allí? Es con 'ch'...», le dijo para que buscase su apellido en castellano. Quizás así aparece, pensó. Pero nada. «Ya, sí... pero Gorrochategui Azurmendi... no...», insistía. En el listado no figuraba la candidata morada.

La odisea no terminó ahí. Preguntó a los voluntarios, acudió a otro pabellón distinto del mismo colegio y ya, fruto del hartazgo, exclamó desesperada y con mucho humor: «No me quieren dejar votar, ¿eh? Es sospechoso ja ja, sería inédito».

Tardó haste veinte minutos en encontrar la mesa que le correspondía, que era la primera a la que había acudido. Charló con el presidente, de nuevo, y se tomaron con humor la confusión. Resulta que en la lista del censo el apellido Gorrotxategi aparece euskaldunizado y en el DNI aún figura en castellano. La candidata se llevó una sorpresa cuando le confirmaron que habían euskaldunizado el apellido: con 'tx' y sin 'gui'. «Ah, perfecto, perfecto».

Una vez ejercido su derecho democrático, atendió a los periodistas que antes le habían seguido por todo el colegio de Zabaldarra. «Hoy es un gran día para la democracia. Hoy decidimos cómo será Euskadi en los próximos años. Todos somos iguales; los de arriba, los de abajo, los más viejos... todos los votos valen lo mismo».

En esa misma línea se expresó la candidata esta mañana a través de sus redes sociales, haciendo un símil entre algunos de los oficios más comunes y las personas o entidades más poderosas del país. «Hoy... la voz de la trabajadora vale lo mismo que la de Ana Botín; la voz del jubilado, lo mismo que la de un consejero de BlackRock; la voz de la dependienta, lo mismo que la de Amancio; la voz de la enfermera, lo mismo que Quirón; la voz del tornero, lo mismo que la de Confebask».

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