En la pompa del Renacimiento español, cuando los tesoros de América llenaban las arcas de la monarquía hispánica, un clérigo manchego brilló con luz propia, ... añadiendo su esplendor al del Siglo de Oro. Precisamente sobre el oro habría de dar nuestro hombre lecciones magistrales a pensadores y a gobernantes
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Juan de Mariana (1536-1624), nacido en Talavera de la Reina, no fue solo un teólogo e historiador, sino también un economista visionario cuyas ideas sobre el dinero y el liberalismo se adelantaron a la modernidad, dos siglos antes de que Adam Smith declarase inaugurada la era del pensamiento económico ilustrado.
Mariana, hijo ilegítimo de un deán, nunca olvidó su origen humilde, que forjó su carácter recio y frugal, dedicado al estudio y firme en sus convicciones. A los 17 años cursó estudios en la Universidad de Alcalá y más tarde ingresó en la Compañía de Jesús. Ordenado sacerdote en 1561 destacó como profesor de Teología en Roma, Sicilia y París. En la Ciudad de la Luz fue testigo de la matanza de San Bartolomé en 1572, un episodio que despertó su irreversible aborrecimiento hacia los abusos del poder, protagonizados en ese caso por Carlos IX y la reina madre Catalina de Médici. Regresó a España en 1574, instalándose en Toledo, donde su pluma se convirtió en un arma tan temida como admirada. Su 'Historia general de España' (1592) no solo narró el pasado con un estilo cautivador, sino que estableció un patrón historiográfico que perduró largo tiempo.
Pero fueron sus tratados políticos y económicos los que lo elevaron a la celebridad. En 'De rege et regis institutione' (1599), dedicado a Felipe III, Mariana cristalizó una idea explosiva para su tiempo: el poder del rey no es absoluto. Sin embargo, fue en 'De monetae mutatione' (1609) donde su genio económico alcanzó el cénit, desafiando, no sin represalias, las políticas monetarias de la época. Mariana descubrió con sorprendente exactitud los estragos de la inflación, un concepto casi desconocido en su tiempo. En la España de los Habsburgo, la corona financiaba sus guerras y fastos reduciendo paulatinamente el contenido de metal precioso de las nuevas monedas, multiplicando a cambio el número de las acuñaciones. Mariana vio en esta maniobra un robo a los súbditos, y un factor de desestabilización para los precios y la capacidad de compra. «Si disminuye el valor intrínseco del dinero, suben todas las mercadurías sin remedio, a la misma proporción que abajaron la moneda», escribió, anticipando la teoría cuantitativa de Irving Fisher de 1911. Su modelo de financiación era simple, aunque provocador para las prácticas reinantes: austeridad, contención del gasto y aumento prudente de los ingresos fiscales.
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Su idea del liberalismo, anclado en la ley natural, era igualmente audaz. Mariana defendía la propiedad privada como un derecho inalienable, negando al rey la potestad de confiscarla sin expreso consentimiento del súbdito. Su visión del poder político lo acerca a figuras como John Locke, quien recomendaba leer las obras del talaverano, y lo conecta con la tradición de la Escuela de Salamanca, aunque nunca perteneció formalmente a ella.
En su obra 'Discurso sobre las enfermedades de la Compañía' afloran sentimientos encontrados. El amor a la verdad le lleva a denunciar algunas costumbres libertinas de la novel Compañía de Jesús. Sin embargo, su honda reverencia hacia la orden en la que profesa le llevó a ordenar que el escrito se difundiera solo después de su muerte. Tras ella, en 1624, las copias del manuscrito fueron confiscadas y destruidas.
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Las ideas de Juan de Mariana no escaparon a las insidias del poder establecido. El contenido de 'De monetae mutatione', denunciaba las artimañas dinerarias del Duque de Lerma, lo que, acusado de traición, le condujo al tribunal de la Inquisición. Fue condenado y encarcelado entre 1609 y 1610 y sus obras fueron quemadas.
El legado de Mariana traspasó fronteras, inspirando a pensadores europeos y a futuros líderes independentistas en América. Incluso Thomas Jefferson, artífice de la independencia estadounidense, consultaba con frecuencia su obra 'De rege'.
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Juan de Mariana fue un rebelde de pluma mordaz, un adalid de la libertad y un tutor infatigable de la estabilidad económica en un mundo que aún no estaba listo para comprenderle. Su voz, sin embargo, sigue resonando en nuestros días, recordándonos que las ideas audaces trascienden los continentes y los siglos.
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