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En la pelota a mano profesional, como en todos los deportes y en la vida misma, hay conductas, actitudes, comportamientos, que son caballerescos y otros ... reprobables. Los primeros escasean y se granjean el cariño de los aficionados. Llevan a cabo acciones ejemplares y el todos toman buena nota de ello. En los frontones no abundan los segundos, los indisciplinados. Aunque haberlos los hay.
Rebobinando los cuartos de final del Torneo del Cuatro y Medio me quedo con el gesto loable de Daniel Elezkano, que fue apeado de la competición (14-22) por Jokin Altuna. En las postrimerías de la eliminatoria en una cortada del guipuzcoano quedó cerrado en la pared izquierda. No tenía escapatoria. La única alternativa era salir hacía el ancho y estorbar a su rival.
Sin embargo, no lo hizo. Eso se llama vergüenza profesional. Otro gran detalle. A un gancho rasgado suyo que fue a morir a milímetros de la raya de la contracancha, salió como un cohete el de Amezketa y dio con sus huesos en las tablas. Se quedó tumbado boca abajo. El de Zaratamo se fue hasta su oponente e intentó darle la mano para su incorporación del suelo. Encomiable su gesto.
Daniel es un pelotari que encarna los viejos valores de la pelota. Serio. Rostro inmutable, gane o pierda, y que jamás ve alteradas sus buenas costumbres en la cancha. En su partido contra Altuna III se adelantó en el marcador con ocho tantos de ventaja, pero su rostro no denotaba ningún tipo de alegría. No llegó a 22 y al caer el último tanto en su contra se abrazó fuertemente a su contrario. Ejemplarizante su conducta.
El mejor partido de estos cuartos de final lo interpretaron Jaka, el nuevo campeón Manomanista, y Peio Etxeberria. Fue un duelo en la cumbre. De poder a poder. Tenso. Peloteado. Con tantos asfixiantes. De gran ritmo y que se decidió por la mínima (22-21) a favor de Erik Jaka, aunque tantos méritos o más llevó a cabo el derrotado, que sorprendió a propios y extraños.
En la tensión que generan este tipo de partidos hubo un hecho protagonizado por el ganador criticable. En una volea de Peio al ancho, tras un interminable intercambio de pelotazos, Jaka entendió que su jugada había sido un flagrante 'atixki'. Le censuró al juez con acritud que no sancionara la falta correspondiente. En mi opinión, fue una clara pedrada. Lo que llama poderosamente la atención que a estas alturas de la vida pelotística, que en cada partido se mancilla la letra del reglamento una y otra vez, se vengan hoy con estas historias. Hace tiempo que la veda del 'atxiki' está abierta con el consentimiento de la Liga de Empresa y sus jueces. No hay más que hablar sobre el asunto.
La ronda de esta fase tan corta y precipitada de la 'jaula' de la mascarilla finalizó el pasado domingo en el Astelena. Pena, mucha pena, me da ver sin el pálpito de los aficionados a la catedral. Ekurdia, que emite unas fuertes fragancias a campeón, dio buena cuenta, 22-8, de Iñaki Artola. Curiosamente, en los primeros compases imperó la igualdad: 6-6.
De un fuerte arreón el de Arbizú, haciendo gala de un gran repertorio, hizo descarrilar a su adversario. Se plantó en un 21-6 inapelable que dio al traste con los sueños del guipuzcoano. El próximo fin de semana llegan las semifinales con dos platos de gran envergadura. A esperar toca.
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