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Primoz Roglic ganó ayer en el cima del col de Porte. EFE
Nadie puede con Roglic en el Dauphiné

Nadie puede con Roglic en el Dauphiné

Con una espectacular arrancada sentado, el esloveno gana en el col de Porte con unos segundos sobre Pinot, Bernal y Landa

Jueves, 13 de agosto 2020, 17:31

A dos semanas del inicio del Tour, el Dauphiné es como una bola de cristal. Traza las líneas del futuro. Tras el cristal empapado por la tormenta que cayó a ratos sobre la segunda etapa, la subida al largo col de Porte enfocó a los candidatos al podio de París. Para verlos bien. Y ya no hay duda. Roglic no tiene hoy rival. Esperó al kilómetro final. Se ciñó a la parte ancha de una curva, se abrió como si quisiera pasar revista de sus víctimas y vio lo que quería, el sufrimiento de Bernal. Allí estaban también Pinot, Martin, Landa, Buchmann, 'Supermán' López y Porte. Y ya no estaban, relegados, Bardet, Dumoulin, Pogacar, Kruijswijk, Mas, Yates, Urán, Froome y Valverde. Roglic se frotó las manos, las piernas.

Sentado, el nuevo líder de la carrera zapateó toda su potencia y, sin una arruga de sofoco en el rostro, entró con una decena de segundos sobre sus rivales. Paró, echó un trago y tuvo aliento de sobra para besar a su mujer. A dos semanas de que parta el Tour, parece imbatible. Pero faltan más de seis semanas para que la Grande Boucle termine. En eso, en que Roglic se apague, confían los demás, incluidos Bernal y Landa.

Por la pandemia y el recorte del calendario, este Dauphiné tiene en su álbum los cromos de todos los candidatos al Tour. Y todos en forma. Unos a tope y otros aún en progresión. La etapa, corta y con dos puertos de verdad, se presentaba como un combate de pesos pesados entre el equipo Ineos de Bernal y el Jumbo de Roglic. A ver quién tenía más pegada. En ese ambiente bélico, la fuga de, entre otros, Schar y Armirail, poco tenía que hacer. El Jumbo, con Van Aert al volante, puso el ritmo en la subida a Maillet. Y el Ineos le dio relevo en la cuesta definitiva, el col de Porte, 17 kilómetros al 6,2%. Es un escenario del Tour en el macizo de la Chartreuse, montañas donde se escondía la resistencia.

El trabajo de Castroviejo

De eso se trataba, de ver hasta dónde resistían todos. Castroviejo, siempre Castroviejo, hizo la selección al servicio de Bernal. Ahogó a Alaphilippe. Al vizcaíno le sucedieron Thomas y Sivakov. Entre todos deshojaron el racimo. Resoplaban, ya atrás, Valverde, Barguil, Froome, Mas, Urán, Kruijswijk... Al repasar la lista de caídos se nota el nivel de este Dauphiné.

A dos kilómetros, en una curva de agua, Sivakov recibió la orden de Bernal de aflojar el ritmo. Mal síntoma. No pasó desapercibido. Buchmann, cuarto en el pasado Tour, abrió la tapa de los ataques. Un gregario de Roglic, Kuus, le frenó. Bernal, como en un acto de orgullo, se movió. Y fue entonces cuando Roglic, ya al olor de la meta, exhibió su fuerza. Sin levantarse, a más de cien pedaladas. Molinillo. Algunos como Pinot quisieron seguirle. En vano. Nadie puede hoy. El francés cedió ocho segundos, como Buchmann y Guillaume Martin. A 10 llegaron Quintana, López, Martínez, Landa, Porte y Bernal. Los derrotados tienen dos consuelos. Quedan tres etapas de montaña en el Dauphiné y queda todavía mucho para cuando se suban estos Alpes en el Tour.

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