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El mundo llora a Kobe, la eterna leyenda
De Tiger Woods a Nadal pasando por Obama, 'Magic' y Jordan, los recuerdos al deportista fallecido se sucedieron ayer
Tiger Woods jugaba el domingo los últimos hoyos del torneo Farmers Insurance en el mismo estado de California donde había fallecido horas antes Kobe Bryant. ... Los comentaristas televisivos creían adivinar en su rostro, excesivamente serio, varios grados por encima de la concentración que muestra habitualmente el redivivo monstruo del golf, que ya conocía la muerte de Kobe Bryant. Ambos se conocían y admiraban desde sus respectivos seguimientos profesionales. Más tarde se difundió de manera oficial que el 'caddie' del Tigre, Joe LaCava, había aguardado a decírselo en el 'green' del 18. El fenómeno de los quince 'majors' pateó la bola definitiva con una mezcla de prisa embridada y dolor abierto en canal. Poco después atendía a la entrevistadora de la cadena con ese brillo acuoso en los ojos que denota las malas nuevas. Luego respondió a más preguntas de otros informadores y el rostro delataba la sinceridad del drama. Eran las lágrimas contenidas de un genio despidiendo a otro con la pena clavada como una bandera en el hoyo. Un hombre de 43 que tantas concomitancias guarda con otro que se ha ido a los 41.
Triunfadores, de raza negra, ferozmente competitivos y amantes de saltar el siguiente reto sin casi disfrutar el actual. El homenaje decididamente verdadero y triste a carta cabal de un deportista excepcional a otro. Porque no sólo el luto viste el catafalco del baloncesto. Numerosísimas figuras de otras modalidades, tantas que cualquier nómina acarrea olvidos involuntarios y amnesias sin mala fe, se unieron en el tributo póstumo a un atleta formidable. Sin duda uno de los mejores representantes de la NBA en una historia cuajada de delegados fantásticos. Mensajes de condolencia de Zidane, ese Bechkam con el que se veía en Los Ángeles (Lakers/Galaxy) y de estrellas superlativas que han vestido o aún portan la camiseta azulgrana. Porque el Kobe crecido en Milán se aficionó al fútbol y exhibía su pasión barcelonista. Tuits de Ronaldinho, de Neymar formando el 24 con los dedos de sus manos tras marcar un gol con el PSG, de Messi y Suárez. Y del incrédulo Casillas ante la desgracia irreparable.
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El profundo desánimo manifiesto de ese Nadal, de Djokovic y Garbiñe y también de un diablo del tenis como Kyrgios que apareció en la pista del Abierto de Australia con la camiseta dorada que Bryant portó durante dos décadas en el Staples Center. No faltó el mensaje de Barack Obama, el expresidente norteamericano que profesaba la pasión al juego que amaba Kobe. Leyendas en letras capitulares de la segunda franquicia más laureada de la NBA vertían su desamparo, más cuando nadie espera el brutal impacto. 'Magic' Johnson, nada menos, despedía al «mejor laker de la historia», el perenne Abdul-Jabbar en el olimpo de los más grandes destacaba la humanidad del ídolo abatido, su aliado en tres títulos consecutivos Shaquille O'Neal -hombre clave en el palmarés del monstruo- lo calificaba de «amigo, hermano y compañero», mientras Pau Gasol -también determinante en el posterior doblete angelino- admitía la confesión de un sentimiento «devastado». Lamar Odom el 'tercer hombre', navaja multiusos de alta gama y decisivo en los anillos de 2009 y 2010, recurría a la inmolación. «Que Dios me hubiese llevado a mí».
Se negaron a jugar
Nadie que compartió cancha con aquel 8 que terminó portando el 24 se sentía ajeno a una pena cierta. Sólo hacía unas fechas que LeBron James -con Michael Jordan y el propio Kobe los mejores escoltas-aleros de siempre- le había rebasado en la clasificación de anotadora de todos los tiempos. Condolencias de Mirotic, ahora líder del Barça, el recuerdo por la vía italiana de Sergio Scariolo, que de niño tiraba a la canasta milanesa donde actuaba el padre de la 'Mamba Negra', y orden de prioridades en algunos apellidos concretos. Irving declinó participar en el partido de sus Nets por la muerte del fenómeno y Marc Gasol consideraba que «no era momento de jugar al baloncesto».
Para al final, aunque bien podría encabezar el libro de firmas, la declaración fúnebre de Jordan, el espejo en el que se miró Bryant para forjar su baloncesto tenaz, hermoso, elegante y competitivo. «Las palabras no pueden describir el dolor que siento. Amaba a Kobe, él era como un hermano para mí». Su 'alter ego', otro baloncestista grandioso.
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