Un campeón entre despropósitos arbitrales

Dos sentencias hundieron a los catalanes y una última los resucitó. El Real Madrid se había acercado tras un triple con un 90-92 cuando Singleton atrapó un balón en media cancha y se dispuso a ejecutar el contraataque, tan solo perseguido por Randolph. El intento de bandeja del blaugrana fue anulado tras un empujón previo del merengue con la mano derecha y un golpe con el brazo izquierdo a la cabeza. La acción daba para una antideportiva que hubiera liquidado el duelo, pero los colegiados decidieron obviar impactos tan claros. El juego continuó, Carroll igualó el marcador con una canasta doble y recibió de regalo un tiro adicional tras una falta más que discutible endosada a Kuric. No hubo fallo desde la línea de 4,6 metros y los blancos se adelantaban a falta de cuatro segundos (93-92).

Llegó entonces el momento culminante en el que los árbitros ejecutan una pirueta grotesca para intentar reparar los errores previos. Tomic recibe el balón en las cercanías del aro, rebasa a Ayón y busca la canasta a aro pasado. La bola toca el hierro, pero no hay giro que le lleve hacia la red. Irrumpe entonces Randolph para aprisionar el balón con la zurda y después apoyarse sobre el tablero con la mano libre.

La acción, compleja, se da de inicio con canasta, para después ser pasada por el filtro del 'Instant Replay'. Revisada la jugada, los colegiados dan por válidos los dos puntos que devuelven la ventaja al Barcelona. Una decisión más que discutible y que pone de manifiesto las complejidades del reglamento, los matices entre conceptos y los recovecos que terminan por cimentar resoluciones insólitas. La canasta de Tomic dejó al Real Madrid con poco más de unsegundo para sacar de fondo y ceder el balón a Llull para que lanzara un último tiro lejano que cerca estuvo de entrar. Si el menorquín hubiera obrado el milagro, el clamor contra los árbitros habría llegado desde el bando blaugrana. Sin embargo, la voz de la indignación terminó por amplificarse desde el lado madridista.

La sospechosa sensación de que se había registrado un claro caso de compensación arbitral puso la rúbrica a una final de máxima tensión. Fue un duelo denso, un choque de estilo conocidos entre el ritmo alto del Real Madrid y el paso de apisonadora del Barcelona. Los blaugranas revalidaron el título con MVP de Thomas Heurtel, un cartel ganador que calcó al de la pasada edición disputada en Gran Canaria.

El francés volvió a reavivar una llama que parecía muerta en el conjunto blaugrana, que se agarró al partido para levantar una desventaja máxima de 17 puntos (58-41, minuto 29). Heurtel lideró un arranque de último cuarto que devolvió la vida un Barça creyente gracias a un parcial de 0-17 (61-63, minuto 35). El Real Madrid tomó aire con Causeur y un Llull que forzó la prórroga (77-77) tras aprovechar un fatídico error de Claver desde el tiro libre. Pesic levantó el castigo a Heurtel y lo devolvió a cancha en una prórroga en la que los catalanes se abrieron paso con el empuje de Singleton y la efectividad de Tomic. Hasta el grotesco colofón arbitral, que mató a los blaugranas para después revivirlos y coronarlos en territorio hostil.