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Entrenamiento para parar en 10 tiempos

Propongo aprovechar estos días en los que el mundo se detiene para detenernos también nosotras

Martes, 7 de abril 2020, 23:12

¿Qué tal están? ¿Cómo están pasando la cuarentena? ¿Son ustedes de servicios esenciales y están trabajando fuera de casa? ¿Están teletrabajando? ¿Tienen criaturas a su cargo? ¿Son autónomas? ¿Tienen wifi? ¿Tienen dinero para comprar comida? ¿Han tenido síntomas? ¿Han estado en el hospital? Aquí, desde el confitamiento en casa pienso en ustedes y les mando un abrazo enorme.

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Yo estoy bien, me pilla entrenada en el parar, estar en casa, trabajar lento, escuchar mi cuerpo... Aún así, no me libré del shock de los primeros días. Ver cómo se caían todos los planes de mi agenda me asustó al principio, no lo niego, luego recurrí a la estrategia, tan humana, de adaptarme y dejar que las cosas sucedan. Al fin y al cabo soy una privilegiada. Tengo casa en la que estar y todos a mi alrededor están bien.

Parar no es fácil. O sí, pero no estamos entrenadas. Es cómo si quisiéramos hacer de golpe 100 sentadillas o nadar 1500 metros el primer día de piscina. No va a salir a la primera. Necesitamos paciencia y disciplina, como en cualquier práctica deportiva.

Me consta que hay listas de obligaciones diarias, que nos hemos llenado la agenda de películas que ver, museos que visitar, libros atrasados, ponernos al día con formaciones..., pero mi propuesta es aprovechar este tiempo en el que el mundo alrededor para, para parar nosotras.

Me gusta emplear la palabra 'confitamiento' para nombrar el estado de estos días. Me imagino una de esas recetas lentas, a baja temperatura y mucho tiempo donde los sabores crecen y los azúcares se expresan. Me imagino que este encierro puede servir para dulcificar nuestras vidas y por eso me atrevo a hacer esta propuesta.

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Parar en 10 tiempos. El no plan:

1.Cinco minutos al día. Como en cualquier disciplina, empezamos poco a poco para no hacernos daño y evitar las agujetas. Escoja un lugar calmado de la casa. Un espacio que le guste y en el que no haya nada que le distraiga.

2. Apague el móvil. Son 5 minutos. No necesita leer el último tuit ni ver la penúltima noticia en este tiempo.

3. Siéntese en una silla. Con los pies apoyados en el suelo, la espalda recta y las manos sobre el regazo. Es importante no abandonar su cuerpo, estar presente, ocuparlo entero.

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4. Respire profundamente. Haga 3 respiraciones profundas. Deje que sus costillas se abran, el diafragma baje, los intestinos se muevan, deje que el suelo pélvico intervenga en la expulsión de aire hacia fuera.

5. Atención al hilo de pensamientos. Observe hacia dónde va su mente. No intente pararla, ni cambiar de ideas, ni pensar en nada. Simplemente déjese llevar por su mente, observe, como quién ve la tele.

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6. Permanezca. Puede que el primer impulso sea salir corriendo. Aguante. No se levante. No huya. Permanezca.

7. Disfrute. Está usted a punto de conectar con su cuerpo, con su corazón, con su cabeza. Respire. Observe. Confíe. Disfrute...

8. Ponga la atención en su mandíbula. ¿Cómo está? ¿Aprieta usted fuerte los dientes? Relaje, suelte. Deje que la barbilla caiga. Es posible que no salga a la primera, no se fuerce, solo intente...

9. Relaje la lengua. ¿Cómo está su lengua? ¿Apretada fuerte contra el paladar superior? ¡Suelte! Apóyela suavemente en el paladar inferior y deje que crezca, que se relaje, se extienda. En este punto es posible que esté notando cositas en su cadera. ¡Bravo! Suelte la cadera, las ingles, no olvide respirar.

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10. Presencia. Saboree, disfrute, observe, averigüe qué quiere su cuerpo hoy. ¿Qué necesita? Déjese sorprender por la respuesta.

Cuando hago esta parada técnica me acuerdo de mi abuela Basi. La recuerdo por las tardes, después de comer y haber hecho todas las tareas de casa, se sentaba en el mirador, las manos sobre el regazo, tranquila, sin necesidad de hacer nada. En este estado una se encuentra con su esencia, con su valía. Ya somos sin tener que hacer nada extraordinario para existir, para merecernos la vida. Somos valiosas, necesarias, importamos en el mundo porque formamos parte de él.

Sería un gran regalo de la vida que en esta revolución mundial los gobiernos, la gente, las instituciones, las empresas, las familias, ¡nosotras mismas! nos diéramos cuenta de nuestra riqueza.

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