Mellizas y también ciclistas
Insólito. ·
Las hermanas Ruiz, Valle, Grañana, Jiménez y Lezana ruedan en el pelotónMikel Uriarte
Martes, 15 de agosto 2023, 00:27
Ruiz, Valle, Grañana, Lezana y Jiménez. Cinco apellidos diferentes con un mismo común denominador: el ciclismo. Hermanas mellizas que forman parte del pelotón femenino español ... y que EL CORREO ha reunido para desgranar su día a día. Desde Cantabria hasta Huesca pasando por Castellón y Vitoria. Ahí las encontramos en un rara avis de la vida y el deporte. No es normal ver en una misma disciplina deportiva a tantas parejas de hermanas que a su vez compartan maillot, vivencias y entrenamientos. Mientras las Ruiz compiten en categoría sub'23 y élite, las Valle y Grañana lo hacen como juveniles. Las Lezana y Jiménez forman parte de la categoría cadete.
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Eneritz y Aurkene Lezana
La primera pareja protagonista la forman Eneritz y Aurkene Lezana. Estas vitorianas de 16 años comenzaron a pedalear por su padre Javier, un apasionado de la bicicleta. Son cadetes de segundo año y tratan de organizarse todos los días para ir a clase, comer, entrenar y estudiar. Es su rutina. «A mí me gusta, nos lo pasamos bien y al salir juntas nos apoyamos una a la otra», revela Eneritz. No conocía a ninguna de las otras cuatro parejas de mellizas hasta que este periódico se lo contó. No desecha ningún terreno competitivo y se define más nerviosa que su hermana. «Ella es más tranquila, somos muy diferentes en ese aspecto», afirma.
Aurkene, por su parte, tiene a Pogacar y Roglic como corredores favoritos. Celebra que el ciclismo femenino haya crecido estos años y no le disgusta subir puertos. «Solemos hacer la vuelta al pantano o pasar por Opakua y Azaceta cuando salimos a entrenar», desgrana. Ello cuando sus exámenes en el instituto Ekialde se lo permiten.
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Alba y Ariadne Valle
Las junior de Colindres empezaron a pedalear con cinco años, aunque en este caso fue su hermano mayor el que les inculcó su pasión por las dos ruedas. Tienes como referencia cercana a las hermanas Ruiz, con las que compartieron equipo la pasada temporada en el Río Mera. Suelen pegarle también al ciclocross como preparación a su temporada de ruta. A Alba le gusta Van Vleuten. «Me gusta su forma de correr, me parece una ciclista valiente», describe la junior cántabra. Entrena junto a su hermana todos los días. «Se hace más entretenido», dice.
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Les ha tocado elegir su futuro académico que pasará por estudiar Física en Santander. No se moverán de casa, lo cual facilitará compatibilizar su pasión deportiva con la obligación académica, algo que a estas edades tampoco resulta fácil. Aridane por su parte se decanta por seguir los pasos de la francesa Pauline Ferrand-Prévot. «Ha hecho varias modalidades y me gusta mucho», apunta. Presume de que entrenar con su hermana todos los días «es una motivación, además de una ventaja». Sueña con ser profesional y tiene como plato favorito la tortilla de patata, algo que no es del gusto de la gemela Alba.
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Daniela y Andrea Grañana
De Cantabria a Castellón para encontrar a las hermanas Grañana. Residen en Traiguera, donde toda la familia tiene una gran tradición ciclista. Sus padres gestionan una escuela en Benicarló y casi por obligación hay que pedalear en edad infantil. Tanto Daniela como Andrea compiten en pista y carretera, visten el maillot del Teika en su equipo junior y estudian 1º Bachiller. Lo mismo se adaptan a un velódromo que suben un puerto con casi treinta grados de temperatura. «Yo prefiero la pista porque me adapto mejor. Eso sí, cuando tengo una montaña como las que nos encontramos en Euskadi …», reconoce Andrea, quien muestra su sorpresa porque en el ciclismo sean cinco parejas de mellizas. Daniela ha sido campeona de España en madison, persecución por equipos, ómnium y puntuación. Despiertan curiosidad entre sus compañeras de clase, sobre todo por los calendarios y viajes que casi siempre les obligan a hacer las maletas los fines de semana.
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Ainhoa y Miriam Jiménez
Un poco más arriba mirando el mapa encontramos a Ainhoa y Miriam Jiménez. Son trillizas con su hermano Bruno, también ciclista del Huesca La Magia. En Barbastro, donde residen, son muy con conocidas. «En algunas carreras los padres tienen que dividirse a la hora de ir a vernos. Yo empecé por el campus Sergio Samitier, al ver a mi hermano», apunta Ainhoa.
Sólo llevan dos temporadas dando pedales. Ni tan siquiera formaron parte de una escuela y directamente comenzaron en categoría cadete. Generalmente salen a entrenar solas, porque el ritmo de uno y otras no es el mismo. Ainhoa se fija en Sara Martín y Demi Vollering como referencias, mientras que muestra sus apetencias por subir puertos y no tanto por los sprints.
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Miriam, por su parte, no esconde su fuerte carácter. «Me enfado mucho más que mi hermana». Tiene a Van Vleuten como ídolo y prefiere sprintar más que ascender cotas montañosas. «Cuando tengo que hacerlo lo hago, pero me fastidia más esa parte del entrenamiento», cuenta entre risas. Esperan que su pasión por el ciclismo enganche a más niñas que acuden al mencionado campus para que el pelotón femenino en Huesca vaya a más.«Estos años se ven más chicas en las carreras. Nunca ha habido tantas corredoras en las Copas de España y se está notando», valora Ainhoa.
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Laura y Lucía Ruiz
La última pareja son la punta de lanza de esta curiosa realidad. Las hermanas Ruiz debutan en la categoría reina con el equipo Eneicat que dirige la vizcaína Eneritz Iturriaga. Ambas corrieron en 2022 el Mundial juvenil y Lucía incluso el de Flandes un año antes. Este curso, además de ser quinta en la Copa de España de Estella, Lucía acabó como la tercera nacional en la general de la Vuelta a España. «Me encontré muy bien y las sensaciones fueron muy buenas, pese a ser mi primera carrera por etapas. Se trataba de disfrutar del momento y aprovechar que tenía a mi lado a Van Vleuten y Vollering», apunta. Han vivido su primer año fuera de su residencia habitual y ese peaje también ha tenido alguna que otra factura.
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«Siempre hay meses más complicados y el cuerpo lo nota al compatibilizar clases, entrenamientos, viajes y carreras», manifiesta la ciclista cántabra, quien se encuentra más a gusto cuando las carreteras se empinan. «Las subidas me están yendo más o menos bien», señala Lucía, quien siente devoción por Sara Martín y Marianne Voss. «Mi sueño sería ganar un Mundial, aunque lo primero es llegar a profesionales», lanza.
La pregunta es obligada. ¿Por qué eligieron el ciclismo? Laura recuerda que «cuando teníamos cinco años nos apuntaron a hacer ciclismo porque mi tío y mi padre habían andado en bici. Empezamos en una escuela, nos fue gustando y ahora se ha convertido en una parte importante de nuestra vida». La afición que hay en Cantabria al mundo del pedal hizo el resto. Son más de ruta que de otro tipo de disciplinas. Les apasionan igualmente los animales y es que su padre es ganadero.
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Eso les ha llevado a cursar en León su primer año de Veterinaria. «En León tenemos muchos kilómetros de llano, aunque hay zonas con desnivel. Prefiero Cantabria, porque como en casa no se está en ningún otro lado». Laura reconoce ser más temperamental que su hermana, al tiempo que siente devoción por Richard Carapaz. Tiene claro a lo que aspira. «Mi objetivo es ser ciclista profesional y vivir de este deporte, sin olvidar los estudios», recuerda. Por ahora dan pasos firmes.
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