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Un joven ojea un cómic. jORDI ALEMANY
Sin rodeos

A vueltas con el bono

Política cultural ·

El ministerio no ha sido capaz de poner en marcha un mecanismo para que los jóvenes puedan gastar 400 euros en productos culturales

Domingo, 16 de octubre 2022, 00:22

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El ministerio de Iceta sigue con el rocambole del bono cultural joven, ahora escondiendo con una ampliación 'in extremis' el fiasco de su dádiva y ... el caos producido por su imprevisión. Que al final del plazo establecido inicialmente para su demanda solo haya completado todos los trámites exigidos un tercio de sus potenciales beneficiarios expresa por igual, sí, la concepción eminentemente populista de la medida y la chapuza negligente en su diseño. Dar 400 euros a los jóvenes que cumplen 18 años para que consuman cultura es una decisión en principio apropiada, ya que con ello se estimula la demanda, se beneficia toda la cadena de valor de la cultura y encima se hace pedagogía entre los más jóvenes. Lo que pasa es que, si de un lado el gobierno ha querido imponer su concepto ideológico de la cultura, uniformizando algunas categorías y excluyendo discrecionalmente algunas más, de otro toda la génesis y la filosofía del bono cultural han sido deudoras de un tufillo populista donde lo importante no era la atención previa a los deseos y las necesidades de los beneficiarios, sino por encima de todo su efecto propagandístico. Encima, una medida anunciada a bombo y platillo un año antes de su puesta real a disposición de los beneficiarios no ha sido capaz de desarrollar técnicamente un procedimiento sencillo y rápido para su adquisición, generando el caos y la frustración entre sus demandantes. Véase que, de los 500.000 potenciales beneficiarios del bono cultural, 378.417 iniciaron el proceso de solicitud y solo 166.520 lo completaron de forma correcta, lo cual ofrece una imagen bastante deplorable de la demanda cultural de los jóvenes y de las capacidades tecnológicas de nuestra administración. El ministro Iceta, siempre ajeno a cualquier autocrítica, intenta ahora paliar el fiasco del bono con una ampliación del plazo de su solicitud y con un convenio con Correos para facilitar mediante un sistema mixto entre la tecnología y el impreso de la España inmortal el éxito improbable de su medida estrella. Pues eso: ¡Qué país, Miquelarena!

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