Leonard Cohen, el mito y el azar
Lo vivido y lo imaginado ·
La relación entre el músico y el gitano que le enseñó a tocar la guitarra inspira un ambicioso libro de Miguel BarreroIñigo Linaje
Sábado, 9 de agosto 2025, 00:05
Algunos lo llaman destino; otros, casualidad. Lo cierto es que –para bien y para mal– el azar condiciona nuestras vidas, y es imposible escapar a ... las leyes que rigen sus caprichos. Lo mismo si nos traen la sorpresa más agradable que la catástrofe más insospechada… El azar –o la casualidad– hizo que, a mediados de los años cincuenta del siglo pasado, un joven estudiante de Montreal entrase en una librería una tarde de lluvia y, paseando distraídamente la mirada por los anaqueles, encontrase los versos de un poeta español que le deslumbraron. Que la obra de un escritor granadino estuviera traducida al inglés catorce años después de su muerte no deja de ser una casualidad feliz. Tampoco que décadas más tarde, cuando el joven ya es un mito de la música popular del siglo XX, bautice a su hija con el nombre del poeta: Lorca.
De manera igualmente casual, Miguel Barrero (Oviedo, 1980) sitúa la escritura de su última novela (de no ficción) en una fecha y en un lugar concretos: el 22 de junio de 2022 en un restaurante de Montreal. El azar quiso que un viaje de trabajo lo llevara a la capital canadiense y que noche tras día –en habitaciones de hotel, terminales de aeropuertos y un sinfín de avenidas y estaciones de metro– fuese madurando la idea de una nueva novela. Después de un periplo que lo llevó de Belfast a Dublín y de Atenas a Roma, cuyo destino final es un monasterio cisterciense, volvió a Montreal –no literal sino simbólicamente– para encontrarse con el recuerdo de Leonard Cohen y relatar una historia que pocas veces han contado sus biógrafos: la relación que tuvo, siendo adolescente, con un gitano de origen español que le enseñó a tocar la guitarra.
Cuatro partes y una coda
El resultado del viaje de Barrero se ha materializado en un hermoso libro editado por Galaxia Gutenberg: 'El guitarrista de Montreal'. Un libro misceláneo y fragmentario, literariamente ambicioso y coral, híbrido feliz de experiencias vividas e imaginadas. Por supuesto, la obra no es una biografía de Cohen, aunque contenga múltiples retratos de su personalidad y de su trayectoria artística. Y tampoco son unas memorias del autor, aunque contenga elementos que así lo sugieran, ya que –en el fondo– lo que hace Barrero aquí es dejarnos entrar en su taller de trabajo y mostrarnos las armas que utiliza un narrador para hilvanar una historia. Una historia real, y ficticia a la vez, que es solo el pretexto para hablarnos de la vida y los estragos del tiempo, del azar y las casualidades, pero también de los días del narrador durante los años de la pandemia. Es decir, un relato –magníficamente escrito– que discurre entre la fidelidad a los hechos y la imaginación del escritor que recrea hábilmente sucesos perfectamente plausibles.
Los versos de Lorca le deslumbraron a mediados de los 50, cuando era un joven estudiante en Montreal
Dividido en cuatro partes y una coda, 'El guitarrista de Montreal' termina con un extenso capítulo en el que Barrero mezcla la biografía de Cohen con una serie de personajes –reales– que conforman un maremágnum de retratos paralelos. Y ahí comparecen desde el propio autor hasta el guitarrista que da título al volumen, además de nombres como André Mathieu, Nacho Vegas o Bach, formando así un poliédrico lienzo existencial en el que todos se funden y confunden. Al final del relato, el propio autor explica al lector cómo su propósito no ha llegado a buen puerto: «No logré consignar la identidad del joven guitarrista gitano al que tanto debía el poeta. Nadie sabe su nombre y en ningún lugar constan las circunstancias de su vida, como si hubiera surgido de la nada y regresase a ella una vez cumplida su misión en el mundo».
P.D: El azar quiso que, el día que murió Leonard Cohen, el que escribe estas líneas estuviera en la presentación del libro de un amigo muy querido en Zaragoza. A las cinco de la mañana del 7 de octubre de 2016, la casualidad quiso que ambos estuviéramos en casa de otro amigo común tomando una copa de vino y que este pusiera el último disco que Cohen acababa de grabar. Escuchamos –recuerdo– el primer corte del vinilo: el espectral 'You want it darker'. Los tres éramos fans del músico y los tres lo habíamos visto en directo el mismo día (y en el mismo escenario, pero por separado) años antes. Fue en su gira de despedida, en la que venía acompañado, precisamente, por un guitarrista español –zaragozano– con el que recorrió muchos escenarios: Javier Mas. A la mañana siguiente escuché en la radio, como quien oye los ecos lejanos de una pequeña catástrofe, que el genio canadiense había muerto. El azar (o la casualidad) hizo que aquel día fuera una mala noche.
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