La diva que tenía «una maleta en Berlín»
Marlene Dietrich. ·
Nunca perdió la conexión con sus raíces, aunque muchos la repudiaron por su oposición al nazismo. Hubo reconciliación y disculpa tras su muerteEn el cementerio municipal de Berlín, un desconocido ha dejado una pequeña botella de Sekt, el champán alemán, sobre la tumba de la actriz y ... cantante alemana Maria Magdalene Dietrich, más conocida como Marlene Dietrich. Una forma de rendir homenaje a esta diva que trabajó como cantante de cabaret en el Berlín de los años 20 antes de convertirse en una de las grandes estrellas de Hollywood y en una acérrima crítica del nazismo.
«Aquí estoy al final de mis días. Marlene. 1901-1992», reza la lápida, situada muy cerca de la tumba del fotógrafo australiano de origen alemán Helmut Newton (1920-2004), nacido al igual que la actriz en el barrio berlinés de Schöneberg. 'Ich bin, Gott sei Dank, Berlinerin' (Soy, gracias a Dios, berlinesa), así se titulan las memorias de Marlene Dietrich, fallecida en 1992 en París. La actriz y cantante siempre tuvo un vínculo estrecho con Berlín, pese no haber vivido en su ciudad natal durante décadas. Dos placas le rinden homenajeen el edificio de apartamentos del número 65 de Leberstrasse (antes Sedanstrasse, 53) donde nació.
«Berlín, en los años 20, estaba por delante de todo lo que ahora se considera nuevo en nuestro sector en el mundo. Lo tenía todo: los grandes teatros de Reinhardt, grandes estudios de cine, grandes películas. Había conciertos de música clásica y también de música no clásica. Había todo lo que la gente podía desear en el ámbito artístico. Había los locales más bonitos, también locales de ambiente gay. Berlín era una gran ciudad, productiva y rica en ideas, rica en organización, rica en ideales y, al mismo tiempo, práctica, una combinación nunca alcanzada antes», recordaba en el arranque de sus memorias la glamurosa, andrógina y antinazi actriz.
Hija de un teniente de policía y de una madre de una familia de joyeros, estudió violín cuando era estudiante. Debido a una enfermedad, abandonó la música y se dedicó al teatro y al cabaret. En 1930, alcanzó un gran éxito internacional gracias al papel protagonista de la traviesa cabaretera Lola Lola en la película de Josef von Sternberg 'El ángel azul'. La actriz acompañó a Sternberg a Hollywood, donde firmó un contrato en exclusiva con la Paramount. Su primer filme en la meca del cine fue 'Marruecos' (1930) junto a Gary Cooper. Trabajó con directores como Alfred Hitchcock, Fritz Lang, Billy Wilder y Orson Welles, entre otros.
Con la llegada al poder de Adolf Hitler, Dietrich se convirtió en una acérrima crítica del nacionalsocialismo y se comprometió con los emigrantes judíos. Resistió a las tentadoras ofertas que le hizo el Tercer Reich para que regresara a su patria y en 1939 se convirtió en ciudadana estadounidense. Más tarde, combatió el nazismo con música. Cantó en el frente ante las tropas estadounidenses durante la segunda Guerra Mundial. En su repertorio no faltaba 'Lili Marleen', una canción que habla de amor y muerte y que cantaban tanto los soldados alemanes como los aliados.
«Traidora a la patria»
A partir de mediados de los 50, Marlene Dietrich actuó casi exclusivamente como cantante. En 1960 regresó por primera vez a Berlín en el marco de una gira de conciertos, y fue recibida con fuertes hostilidades por parte de la prensa y de los alemanes. Su relación con su país natal fue tensa, porque muchos nunca entendieron su compromiso contra la dictadura nazi. La consideraban una «traidora a la patria».
De hecho, la reconciliación entre Berlín y Marlene Dietrich no se produjo hasta después de su muerte. Fue enterrada en 1992 en el cementerio de la calle Stubenrauchstrasse en el barrio de Friedenau, donde también está, a pocos metros, la tumba de su madre. Los berlineses dieron entonces su último adiós como se merecía a Marlene Dietrich, lanzaban flores al paso de su féretro en un Cadillac descapotable o llevaban maletas a su tumba. Marlene, como la llamaban entonces cariñosamente, había vuelto finalmente a casa.
En 1997 se le dedicó una plaza y en 2002, con motivo del centenario de su nacimiento, recibió a título póstumo la ciudadanía honoraria de Berlín. Su ciudad natal reconoció finalmente su labor artística al «servicio de la paz y el entendimiento entre los pueblos», así como «los derechos humanos y la justicia social». Berlín se disculpó oficialmente por el trato que le había dispensado a la actriz en el pasado.
Al fin y al cabo, Marlene Dietrich siempre tuvo «una maleta en Berlín», como ella misma cantaba en los años 60 en su canción «Ich hab' noch einen Koffer in Berlin» (Todavía tengo una maleta en Berlín). Era una metáfora de sus raíces, de sus recuerdos y de sus conexiones emocionales con la ciudad de Berlín. A pesar de haberse exiliado en tiempos de los nazis y haber logrado una exitosa carrera en Hollywood, seguía siendo, «gracias a Dios, berlinesa».
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