'La panadera' refleja el acierto de la receta de las nuevas dramaturgias vascas

Los teatros de las tres capitales vascas impulsan proyectos emergentes con una ayuda de 3.300 euros y un grupo de apoyo para desarrollarlos. Además de compartir ideas entre los propios autores -ocho en cada convocatoria, y van por la séptima- cuentan con dos tutores, Patxo Telleria y Mireia Gabilondo. Algunas piezas son seleccionadas para estrenarse en estos teatros como ocurrió con 'El patio de mi casa', de María Goiricelaya, que también fue finalista en los Max.

«Esa beca fue un regalo, gracias a ella el 6 de junio me voy a Mahón a la final de los Max», asegura Ferrús, valenciana afincada en San Sebastián. «Es un proceso muy enriquecedor, te tutelan, y durante unos meses puedes dedicarte en exclusiva a la función. Si no, no sé si hubiera podido tener el espacio y el tiempo para escribirla». Con una larga trayectoria como actriz -con la Abadía y el Centro Dramático Nacional, entre otros- esta es su segunda obra tras 'El silencio de Elvis', que fue candidata a los Max en la fase preliminar. 'La panadera' parte de la conmoción que le causó una noticia sobre el impacto que tiene en la vida de una mujer la difusión de un vídeo sexual grabado años antes. De repente, ella y su familia se ven expuestos a las miradas y los comentarios de todos, una espiral alimentada a golpe de clic. «¿Podría yo soportar algo así?», se pregunta la autora.

«Desde el principio se veía que el conflicto que planteaba iba a interesar», dice Patxo Telleria. «Hablamos mucho sobre la intensidad de las relaciones causa-efecto». El dramaturgo asegura que los tutores también aprenden mucho en este programa del que han salido títulos reconocidos como 'Soka' y 'Erlauntza-Enjambre', que se ha llevado también al cine. «Cada autor hace un viaje diferente, y tienen curvas. Este es un trabajo solitario y es necesario quitar el pudor para ver de qué manera se puede enriquecer la escritura teatral».

Sandra Ferrús ya está escribiendo su tercera obra. «Tengo ganas de seguir contando historias que me mueven por dentro, me inquietan. Me plantean muchísimas preguntas y parto de ahí», explica. En 'El silencio de Elvis' abordó el estigma de la enfermedad mental y con 'La panadera', que sigue de gira como coproducción del Centro Dramático Nacional, está logrando llegar al público. «Es muy bonito escuchar a los jóvenes en los coloquios después de la función. Lo mejor es cuando me dicen: la próxima vez que me llegue un vídeo o una foto, me lo pensaré dos veces antes de compartirlo».