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Aitana Ocaña Morales asió la ikurriña antes de la tercera canción. CARLOS Gª AZPIAZU
El Bafle

Aitana fascina a 15.000 almas en el BEC: «Soy muy fan del País Vasco»

Sexy, elegante, glamurosa y empática, la ídolo pop catalana llenó el gran pabellón de gente joven que cantó hasta desgañitarse todas y cada una de la veintena de canciones

Domingo, 11 de septiembre 2022, 08:12

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Un éxito de principio a fin resultó el macroconcierto de Aitana este sábado en el BEC. Tras llenar en Barcelona y Valencia, y superar un inoportuno esguince, también agotó en el BEC, donde congregó a 15.000 almas en su gran mayoría pre y adolescentes. Ah, en el foso estaba Fito, para no perderse detalle del show: a ver si también añade bailarines a sus macrogiras, je, je... Habría estado bien un poco más de volumen en el BEC, sobre todo cuando hablaba la talentosa Aitana, a quien apenas se la entendía y entonaba de un modo tan agudo que parecía que había aspirado helio o le habían trucado el micro. «Tiene voz de pito», dijo Azpiazu.

Tiene solo 23 años Aitana Ocaña Morales, ex Operación Triunfo 2017, cantautora pop que compone sus canciones, empresaria de su carrera, bailarina integrada de baile mixto, y entretenedora habladora, pues es más parlanchina que Carlos Goñi, el de Revólver, que ya es decir: «Ya sabéis que me gusta hablar muchísimo», «porque yo sabéis que soy una persona que me encanta escribir sobre el amor, pero en todas sus facetas», «hablo muchísimo también con la gente por la calle»... Con tanto cantante monologuista, valoramos más aún a Loquillo, que en concierto habla lo justo.

CARLOS Gª AZPIAZU

En 95 minutos sonaron unas 23 canciones interpretadas por Aitana, su banda de cinco miembros y su cuerpo de baile mixto de unos siete u ocho elementos, a los cuales no contamos porque no paraban quietos. Sobre un escenario grandioso y luminoso, dotado con un par de pantallas fastuosas laterales, varios pisos y escaleras y un provocador (o sea que el tablado atravesaba al público en vertical), Aitana brotó, floreció desde su interior, desde abajo, con un ascensor, y a partir de entonces no dejó de bailar ni de cantar (al final al menos en un par de temas captamos coros pregrabados), y hasta tocó el piano, y siempre se hizo querer con sus soliloquios, y vistió un único modelito de ropa sexy, elegante y cómoda (en Valencia no fue el mismo vestido, o sea que cambiará en cada concierto).

En verdad atestiguamos un show brillante y luminoso, muy generacional, no tan artificial como facturan tantos famosos de su generación (Lola Índigo), y variado en su repertorio. Aitana comenzó exudando sensualidad en 'Formentera', en '11 razones' (el título de su segundo álbum y casi de esta gira: '11 razones + tour 2022') apostó por el pop-rock en plan Los Romeos y le coló un recitado muy teatral, y a la tercera ya agarró una ikurriña y soltó su primera parrafada: «Buenas noches, Bilbao, me hace muchísima ilusión estar aquí esta noche, que lo sepáis. Soy muy fan del País Vasco». Parecía que había aspirado helio de tan aguda que hablaba, y prosiguió: «¿Vais a seguir cantando así toda la noche?», SIIIIIIIIII, chilló la chavalería. «Va a ser increíble», replicó la ídolo, pero fue la cruda realidad, pues las 15.000 almas cándidas no dejaron de desgañitarse en cada canción como si presumieran de saberse de memoria la lección, y entonces sonó una de las mejores piezas de la velada, 'Cuando te fuiste', un rock lanzado como podría hacer Dani Martín.

La coreografías fueron muy televisivas. CARLOS Gª AZPIAZU

El concierto estuvo bien, quizá Aitana hablara tanto para recuperar resuello entre tanto esfuerzo físico también suyo (bailaba con sus bailarines como una Madonna del Bajo Llobregat), y el repertorio cursó ondulante de puro variado: ella la jefa arbitró pop orgánico superior al de Ana Mena ('Corazón sin vida', ¡en cuya letra habla de cartas de las del correo!), ideó un show muy visual desde las pantallas apabullantes ('Teléfono'), sugirió el soul adulto como si fuera de La Oreja ('Ni una más'), quizá la cima de la cita la alcanzó en otro soul creciente a lo Jeanette actualizada ('Igual', cuando Aitana animó: «vamos, fuerte», y puso a todo el BEC a ondular las manos arriba), logró que la masa brincara ('En el coche'), y supo escribir baladas adolescentes ternuristas ('Con la miel en los labios') y ejecutar rock mejor que el de Extremoduro ('Tu foto del DNI').

Aitana se maquilló como una chica más mayor. CARLOS Gª AZPIAZU

La cantante catalana empezó rompedora, por el ecuador economizó fuerzas (la versión del 'Resilient' de Kate Perry, el reguetón 'Quieres'…), y durante el epílogo volvió la apoteosis con rock a lo Malú ('No te has ido y ya te extraño'; por cierto: a esa misma hora Malú actuaba en Miribilla, ¿cuánta gente iría?), comuniones con el respetable enfático ('Farfalle', que es una versión de Sangiovanni, la de las mariposas), dejes a lo C. Tangana ('Me quedo') y el bis triple, coral y con las 15.000 almas agitadas, excitadas, emocionadas en la juvenil 'Vas a quedarte', la a ratos rapeada 'Mon amour' y el soul pasional de 'Más', tras el cual jaleó Aitana: «Ha sido una noche inolvidable, os quiero, muchísimas gracias». Un show bastante mejor que el de su primera gira, pero aún enfocado a su generación.

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