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Gioconda Belli es la gran estrella del festival Poetas en Mayo de Vitoria. Jordi Alemany

Gioconda Belli: «Ningún poder político tiene la facultad para forzarme a dejar de ser nicaragüense»

La autora, despojada de su nacionalidad y exiliada en Madrid, participa el sábado en un encuentro en el Palacio Europa

Jueves, 9 de mayo 2024, 00:16

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Gioconda Belli (Managua, 1948) es una de las escritoras centroamericanas más conocida y traducida. Figura entre los grandes nombres de las letras hispanas de los últimos tiempos. Sin embargo, el alcance de la firma de 'El país de las mujeres' o 'Waslala', contrasta con las puertas cerradas que se encuentra en su país natal, Nicaragüa, del que fue desterrada hace poco más de dos años por el régimen de Daniel Ortega.

Se trata del segundo exilio que vive. Antes, en los setenta, bajo la dictadura de Somoza, se refugió en México y Costa Rica. «Pero el país bajo mi piel sigue estando ahí», dice la autora conocida por su rebeldía, militancia feminista y sensualidad de sus versos. Este sábado protagoniza en el festival Poetas en Mayo (19.30 horas) un encuentro que estará moderado por María José Bruña, quien ha participado en la edición de la antología poética 'Parir el alba'. Para acceder al acto es necesario la inscripción previa en la web del certamen (www.poetasenmayo.com).

– Cuando salió anunciado en un periódico su primer poemario, 'Sobre la grama' (1972), en su familia no sentó muy bien.

– Escribí una poesía totalmente espontánea. Fue lo que me salió cuando empecé y no me imaginé que iba a causar el revuelo que causó cuando ya salió en el periódico. Era una poesía muy sensual, celebrando el cuerpo femenino. Y me dijeron «esas cosas no se escriben». Fue interesante darme cuenta cómo la vida biológica de una mujer se podía convertir en un escándalo cuando era algo que todas vivíamos y pasábamos.

– ¿Hasta entonces la poesía erótica que había leído estaba firmada por hombres?

– Totalmente. Recuerdo que me regalaron un libro que se llamaba 'Poesía Erótica' y no había ni una sola mujer. Tan solo voces masculinas hablando del cuerpo femenino, del amor y todo eso. Cuando se me ocurrió a mí escribir lo que sentí una mujer me di cuenta que el problema era la subjetividad. Lo que había leído era el objeto del erotismo, del amor, de la sexualidad del hombre, pero me puse como sujeto de mi propia sexualidad, no como objeto de nada.

– Hay lectoras que dicen que sus libros han descubierto parte de su sensualidad. ¿Cómo se reciben este tipo de halagos?

– A mí me sorprenden, pero la expresión femenina de todo lo que es el cuerpo ha estado muy reprimida durante muchísimo tiempo. El cuerpo de la mujer es el objeto pecaminoso por excelencia en la Biblia y en la historia de las religiones. Ahí están las musulmanas cubiertas de pies a cabeza, porque su cuerpo se considera peligroso. Si una se pone a pensar toda la mitología que hay alrededor del cuerpo de la mujer, en Eva, que muerde la manzana y acaba con el paraíso terrenal, nos damos cuenta de que toda la sensualidad femenina se ha culpabilizado enormemente por mucho tiempo.

– Su poesía siempre ha tenido mucho de biográfica.

– Desde que empecé muy joven a escribir, tenía como 20 años, ha sido como un recorrido por la vida de una mujer y ha sido interesante contar mi experiencia. Tanto desde el punto de vista más del poder que significa serlo y de los problemas.

– Cuenta en el libro 'El país bajo mi piel' que conoció a Gabriel García Márquez y a Benedetti, entre otros. ¿Qué pluma le ha impresionado más?

– El que más me impresionó fue Julio Cortázar. Porque cuando leí 'Rayuela' me deslumbró totalmente. O sea, fueron dos tipos de deslumbre. Me deslumbraba García Márquez con su lenguaje tan imaginativo, pero Cortázar era un lenguaje tan profundo... Le ponía amor a la vida y a la gente. Me impactó mucho la literatura de Cortázar y 'Rayuela' se convirtió en uno de los libros que más quise y que más he querido. Lo tengo en mi casa, firmado por él, en un lugar de honor.

– ¿Qué le sorprendió del escritor argentino?

– Cuando lo conocí vi que era una gran persona, un ser humano casi angelical, sin dejar de tener los pies en la tierra. Y el modo de escribir de Cortázar me hizo vislumbrar lo que podía ser la literatura, cómo podía hacerte pensar, llegarte al alma, transformar tu manera de pensar o enfrentarte a cuestiones que uno no se enfrenta conscientemente todo el tiempo. Entonces me cambió la vida, en realidad, la manera de aproximarme a la vida. Fue el hombre más importante para mí, literariamente hablando. Así como la mujer más importante ha sido Virginia Woolf.

– ¿Fue 'Una habitación propia' lo primero que le deslumbró de Woolf?

– Fue 'La señora Dalloway' el primer libro de ella que leí, aunque 'Una habitación propia' me fascinó y me fascina en el día de hoy.

Me parece uno de los ensayos sobre la mujer y su situación más importante que se han escrito.

Nacionalidad española

– El Gobierno de España le otorgó la nacionalidad en enero tras ser despojada de la nicaragüense, algo que debe ser duro.

– Yo no siento que haya dejado de ser nicaragüense, en primer lugar. No siento que ningún poder político tiene la facultad para forzarme a dejar de ser nicaragüense. Me han quitado un pasaporte, me han quitado privilegios que yo tenía dentro de mi país, pero además me han desterrado de mi país. Ha sido el doble castigo de esta gente que no saben qué hacer con la oposición, que no saben qué hacer para callarnos. Pero el país bajo mi piel sigue estando ahí. Últimamente digo que tengo dos corazones. Tengo un corazón ahogado y triste, el nicaragüense, y un nuevo corazón joven está empezando a latir en España y sintiendo tanto lo que pasa en España, preocupada por lo que pasa en España y feliz por lo que pasa. Estoy haciéndome esa persona con un nuevo país bajo su piel también. ¿Quién dice que no pueden alcanzar dos países bajo la piel?

– ¿Tiene también la nacionalidad chilena? (La Cancillería del Gobierno de Gabriel Boric también se la ofreció).

– No, la chilena no. Fue una expresión de deseo, pero no se concretó.

– ¿Cómo le va en Madrid?

– Ya llevo dos años. Vine a Madrid el 1 de febrero de 2022. Es una ciudad llena de amabilidad y me ha dado una bienvenida muy hermosa. Siento que la gente es especialmente afectuosa. Ha sido una bienvenida muy calurosa que me han dado todos mis amigos escritores; el Instituto Cervantes, con Luis García Montero; la Real Academia de la Lengua (RAE), donde he tenido un trabajo por un tiempo porque soy académica de número en Nicaragua y correspondiente aquí (Madrid).

– Ya conoció Madrid en su adolescencia. Durante un tiempo estudió en un colegio de monjas de la capital española.

– Es una cosa interesante porque siento que es como volver al principio. Estudié en Madrid de jovencita en un colegio de monjas. Volver ha sido como reencontrarme con una parte de mi vida que fue muy importante.

– Vaya dos escenas. Gioconda en un colegio de monjas siendo muy joven y volviendo como la gran poeta de la sensualidad.

– Sí, ¿verdad? Porque el colegio de monjas no era nada sensual.

– Tanto usted como Sergio Ramírez están considerados dos grandes narradores de la revolución sandinista y de la historia de Nicaragua. ¿En qué momento se pervirtieron los ideales de aquella revolución?

– Fue un proceso largo, pero que se agravó una vez que perdimos el poder en la elección de 1990. Ahí se perdió la revolución, o sea, ya venía muy problematizada por la guerra, porque la paz y la alegría de haber derrocado a la dictadura de Somoza duró como año o dos años e inmediatamente empezó la guerra contrarrevolucionaria. Empezaron a haber muertes y toda una organización contra la revolución que se empezó a armar financiada por los Estados Unidos.

– En un poema suyo hablaba del 'derecho a la alegría' ('Claro que no somos una pompa fúnebre').

– Sí, es un poema sobre el exilio, que habla sobre el derecho y la alegría.

– ¿Sigue reivindicando ese derecho?

– Absolutamente.

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