Dora Salazar recurre al dibujo para revisitar la historia del arte
Inaugura en la galería Vanguardia de Bilbao la muestra 'Figurantes... Personajes sin texto'. «Ha sido una forma de salir de mí misma»
Dora Salazar aparca la escultura y regresa al dibujo a través de su último proyecto, una refrescante zambullida en la historia del arte. La exposición ' ... Figurantes… Personajes sin texto', recién inaugurada en la galería Vanguardia, en Bilbao, revisita a clásicos de la pintura, desde Botticelli a Picasso, con interpretaciones muy personales de obras maestras. «Una se harta de mi misma y pensé que esta era una oportunidad de salir», confiesa para explicar la razón de esta singular iniciativa. La exposición permanecerá abierta hasta el 12 de julio.
La muestra
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Título 'Figurantes... Personajes sin texto'
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Lugar Galería de arte Vanguardia, alameda Mazarredo 19, Bilbao.
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Fechas La exposición permanecerá abierta hasta el 12 de julio
El trabajo sobre papel no tiene carácter preparatorio. «No se trata de bocetos», apunta y señala que, habitualmente, dichas obras suelen ser posteriores a la realización de las piezas escultóricas. «Los definiría como caprichos pictóricos, de deleite y en pocas ocasiones conozco el resultado de antemano».
Esta vez ha recurrido a los clásicos para establecer cierto reto consigo misma. «Los he observado con descaro, desde la 'tablet' y luego he ido a ver qué pasa, hasta dónde llego desde la inmediatez y la espontaneidad, perdiéndome en el mundo del color, que siempre resulta gratificante», aduce y explica que, por ejemplo, su relectura de Matisse supone enfrentarse a una paleta muy rica «que es como un poema».
La selección también incluye visiones de obras propias que demuestran su habitual parquedad cromática. «Estoy muy condicionada por mi trayectoria», advierte y reconoce que la obra supone cierta proyección psicológica de quien la crea. «Me veo mucho en lo que hago. Soy sobria, aunque siempre he hecho lo que he querido», indica. «Aunque tengo un punto 'kitsch' heredado del pop, porque mi generación pasó por allí, soy deudora de las raíces vascas, más secas y escuetas. Además, yo no me complico la vida y me cuesta salirme de esos raíles».
Una máscara unifica todas las piezas, asimismo caracterizadas por la construcción y el férreo asidero de la forma. La autora admite que no puede despegarse de la figura. «¿Para qué? Lo he intentado pero hablamos de una manera de construirte y no puedo traicionarme, de expandirme y desmandarme».
«Trabajo con pautas»
La presencia de ese personaje recurrente imprime un aire teatral a cada obra. El cuerpo, su movimiento y ocupación del espacio, protagonizan todas las composiciones. «Me gustan los límites entendidos como ritmo, no monotonía», apunta. «Me siento libre en ellos porque proporcionan una manera de acotar, le otorga seriación y orden. Si puedo dotarme de una estructura cerrada puedo hacer más variaciones. Siempre trabajo con pautas. El orden me ordena porque yo, en realidad, soy un caos».
Dora Salazar ha convertido el espacio de exhibición en una galería tradicional en la que convive la obra sobre la pared y algunas esculturas montadas sobre peanas. «Me fascinan los museos, palacios y fábricas antiguas, esos lugares con carácter. El componente escenográfico siempre está ahí», admite e ironiza: «Además, yo ya soy un clásico».
La belleza es otra de las señas de identidad de la autora de 'Las sirgueras'. La exquisita factura genera cierta atracción que ella liga con el mundo de los afectos, pero también con la rotundidad de sus formas. «Me gusta ser seductora, me gusta gustar y reconozco que hago mi trabajo para que me quieran», alega. «Sé que puedo pecar de exquisita, pero me da igual, intento estar bien y disfrutar. No me apetece sufrir».
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