«Una antena a mensajes alejados y extraños» con el Guggenheim en competencia
La inauguración del edificio en 1970 fue un acontecimiento de primer orden que quedó reflejado en las noticias de la época. Un espacio con historia propia
Cuando nadie podía imaginar que un día Bilbao atraería la atención de medio mundo con un museo contemporáneo hecho de titanio, el Bellas Artes ponía ... en marcha en 1970 un nuevo espacio para dar cabida a las vanguardias. Sirvió entonces para alimentar y fomentar la necesidad del arte más actual en nuestro entorno. El edificio que hoy se presenta rehabilitado puso sus cimientos en 1963 en base a un proyecto de los arquitectos Álvaro Líbano y Ricardo Beascoa. El resultado se inauguró el 28 de septiembre de 1970 con la esperada presencia de autoridades, entre ellas la alcaldesa de Bilbao, Pilar Careaga, quien auguraba este futuro para el nuevo espacio: «Será la vanguardia del museo bilbaíno, su motor, su laboratorio, su avanzadilla. Joaquín de Zuazagoitia (un regidor anterior) lo deseaba así cuando decía: 'Deberá ser nuestro museo como una antena sensible a todos los mensajes por alejados y extraños que parezcan. Museo vivo con sus brotes de novedad constantemente reverdecidos'«.
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55 años después, este lunes se ha repetido ceremonia gracias al proyecto de ampliación del Bellas Artes a cargo de Norman Foster y Luis María Uriarte, y en especial a la reforma de aquella construcción que, inspirada por el lenguaje de Mies van der Rohe asombró a los bilbaínos. Supuso, además, un hito, pues fue el primer edificio de nueva planta levantado en nuestro país específicamente para albergar arte contemporáneo. Años después de aquel primer día, se acometieron las obras del cierre del porche original, realizado en dos fases (1983 y 1993) según el diseño de Rufino Basáñez y Álvaro Líbano. Otorgaron un 12% más de espacio al edificio.
En estas cinco décadas, su interior se ha ido llenando de una relevante colección y de exposiciones que han atraido a miles de visitantes. En 1988, por ejemplo, acogió una muestra antológica dedicada a la obra gráfica del vanguardista Equipo Crónica y exhibió la controvertida obra del posmoderno Joel Peter Witkin, con sus composiciones fotográficas de cuerpos mutilados e incluso muertos. Al año siguiente aterrizó el padre del videoarte, Nam June Paik, que presentó tres videoinstalaciones, dos de ellas dedicadas a Don Quijote y Sancho Panza creadas con antiguos aparatos de televisión y modernos componentes electrónicos.
Competencia con el Guggenheim por la vanguardia
La aparición en el horizonte del proyecto Guggenheim provocó que, en 1992, Leopoldo Zugaza, padre del actual director y miembro de la junta del Bellas Artes, denunciara la paralización, tanto en compras como en proyectos, que a su juicio estaba sufriendo la sección de arte moderno de la institución, esgrimiendo que la decidida apuesta de las administraciones por el futuro museo les perjudicaba. Al año siguiente, sin embargo, el Gobierno vasco anunció que el moderno edificio del Bellas Artes acogería la primera exposición procedente de la Fundación Guggenheim, 'Picasso y la edad de Hierro', conformada por 200 obras, en base a un acuerdo para compartir arte antes de la inauguración de su sede bilbaína. Aunque la muestra llegó recortada, con una cuarta parte de las obras, al parecer, según la conservadora de la Fundación Guggenheim, Carmen Giménez, por la precipitación con que las autoridades vascas lo dieron por hecho, y alegando que, tras la exhibición de la muestra en Nueva York, los principales museos prestamistas habían decidido retirar sus fondos.
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En 1995, el edificio acogió una muestra retrospectiva del fotógrafo neoyorquino Robert Mapplethorpe, y volvió a albergar otra exposición de la Fundación Guggenheim; en este caso presentaba piezas del arte de posguerra de 41 artistas de EE UU y Europa, desde Jackson Pollock a Chillida pasando por De Kooning, Rauschenberg, Warhol, Mario Merz, Joseph Beuys y Tápies.
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