«Me reencuentro con Javi en Pinpilinpauxa; él quiere más, pero yo llevo dos años divorciada y necesito ser libre…»
Después de décadas en pareja, estoy descubriendo un territorio nuevo y comprometerme no es una prioridad
Karri Bilbao
Viernes, 22 de agosto 2025, 00:47
Hoy el día grande de fiestas de Bilbao y he quedado a las ocho en Ledesma con Izaskun, Ane, Lidia y Nahia. La semana ha ... sido intensa y nos ha dado tiempo a disfrutar de planes de día que hemos prolongado hasta la madrugada. También de algunos conciertos por la zona de Abandoibarra, especialmente el de Coque Malla. Pero hoy he despertado con cierto malestar porque ayer coincidí con Javi por la txosna de Pinpilinpauxa y, por su reacción al verme y posterior cruce de palabras, intuí que no se encuentra cómodo en el punto que estamos y que tenemos una conversación pendiente. Sin duda quiere que pasemos más tiempo juntos y a mí me gusta estar con él, pero tenemos conceptos de pareja distintos y no sé si estoy dispuesta a ceder a su deseo de renunciar a otros planes por fortalecer nuestra relación.
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Divorciada desde hace apenas dos años, aún en reconstrucción y explorando un territorio nuevo tras décadas en pareja, comprometerme no es una prioridad. ¿Será cuestión de tiempo? Quizá sí. Pero no me divorcié para ir en busca de otro hombre a quien sustituir, sino para escapar de un estado en el que no era feliz. Por eso pienso que no podré darle a Javi lo que espera de mí y tampoco sé cuándo estaré en condiciones de ofrecérselo, ni siquiera si quiero hacerlo, al menos a corto plazo. Y no ser franca sería hacerle perder el tiempo, retenerle de manera egoísta solo para sentirme acompañada o querida según mi necesidad y no la suya. Finalizadas las fiestas tendremos que poner en palabras qué expectativas tiene cada uno y qué decisión tomar conjuntamente, pero hasta entonces, mejor será refugiarse en el silencio…
Encargada de reservar las entradas para acudir con la cuadrilla al musical de Los pilares de la Tierra en el Euskalduna, el sábado despediremos Aste Nagusia de la mejor manera posible. Mientras realizo el proceso de compra, ya en la pasarela de pago, recibo una llamada de Izaskun, que está a escasos metros de mi casa, por si me apetece vernos un rato. Quedamos en quince minutos en el Markina y, de paso, picamos algo. Apenas dos besos rápidos y, sin preámbulos, me cuenta que ayer vio a Andoni con su cuadrilla y que le preguntó por mí. Izaskun le puso al tanto de que salía con Javi, conocido de toda la vida con quien me reencontré en un tributo en el Antzoki y con quien me sentía feliz. Por su expresión, Izaskun dedujo sorpresa. También mandaba recuerdos.
Andoni ya no ocupa un lugar desproporcionado en mi cabeza, pero escuchar su nombre me devuelve al tiempo previo a citarme con Javi. Y, de pronto, siento una punzada de añoranza que, reconozco, no es por él, sino por mí misma. Entonces era plenamente dueña de mi tiempo y no sentía que debía dar explicaciones a nadie sobre qué hacía o dejaba de hacer. La certeza de saberlo aclara cualquier atisbo de duda que pudiera tener sobre avivar o no una esperanza de futuro junto a Javi. Izaskun me pregunta si estoy bien y le respondo que, por supuesto, sí, justo cuando recibo un mensaje de Javi: que cuándo quedamos, que quiere estar conmigo y me echa de menos…
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