«Las vidas gitanas importan»: Ocho años sin saber nada de Ángel
Medio centenar de personas se han concentrado este miércoles en Otxarkoaga para «clamar justicia» sobre el joven desaparecido en octubre de 2015 en el barrio bilbaíno
«La esperanza de encontrarle con vida se ha disipado con los años, pero lo que queremos saber es qué ha pasado y que los culpables respondan ante la ley». Medio centenar de personas, entre ellas familiares y amigos, se han manifestado la tarde de este miércoles en la plaza Kepa Enbeitia de Otxarkoaga para reivindicar que se mantenga abierta la investigación sobre la desaparición de Ángel Echevarría Cordón, el joven de 20 años que salió el 6 de octubre de 2015 de este barrio bilbaíno «a comer con un amigo en Portugalete» y del que no se supo más.
Ha sido su hermana Zaira, sin apenas poder contener las lágrimas, la encargada de leer un comunicado en el que han criticado que tuvieran que «poner hasta tres denuncias para que la policía nos hiciera caso». La publicación en este medio sobre que la Ertzaintza ve «indicios de criminalidad» en el caso ha impulsado a dos personas a ofrecer nuevas informaciones sobre los movimientos que realizó aquella tarde y en consecuencia, ha acelerado las movilizaciones de su círculo más cercano con la esperanza de que «una pista fiable» evite archivar el caso. «No creyeron que nuestro Ángel fuera una víctima cuya vida importase. Nos ignoraron cuando les dijimos que no podría haberse ido sin llamar», ha sentenciado la familia.
«Queremos que nos hagan caso»
Bajo el grito 'Las vidas gitanas importa, todos somos humanos', han criticado haber sentido «el peso del racismo y del clasismo en el momento más duro de nuestras vidas» al apuntar que «cuando el caso llegó a la Unidad de Desaparecidos, ya se habían perdido las pruebas fundamentales». La familia lleva ocho años sin saber nada de Ángel y ahora admite que solo quiere que les «hagan caso» para «cerrar una etapa de tanta desesperación, agonía y sufrimiento». «Han sido años de incertidumbre eterna. Desde el 2015 no sabemos nada. Nos dijeron que no nos preocupáramos, que estaría de fiesta cuando sabíamos que algo tendría que haber pasado», ha explicado su prima Maite, quien le acogió y crió al morir su madre de cáncer.
Arropadas por el vecindario, han confesado que les «trataron como analfabetas» y que han tenido que «recabar pistas por nosotras mismas a través de las redes sociales». «Nos hemos tenido que convertir en investigadoras, hemos tenido que aprender a relacionarnos con la prensa, a usar las redes para hacer llamamientos. Todo mientras sobrevivimos al dolor de no tener a Ángel entre nosotros».
La concentración, convocada por la asociación de mujeres gitanas de Euskadi (AMUGE), busca por otro lado «reparar el daño causado», tal y como ha reconocido Tamara Clavería, miembro de la entidad. «Si esto le hubiera pasado a una familia de Indautxu, no estaríamos hablando de lo mismo», ha concluido.
