El tremendo enfado de los hosteleros del anillo de San Mamés ante el cierre del perímetro: «Nos han estafado»
El dispositivo de seguridad prohíbe el paso a los accesos del estadio dejando calles y bares vacíos. «Habíamos comprado 200 bocadillos. ¿Qué hacemos, nos los comemos nosotros?», se quejan
Andrea Cimadevilla y Miriam Guadilla
Miércoles, 21 de mayo 2025, 13:45
«Indignante», «lamentable»... Son algunas de las palabras que utiliza Elena Zape, propietaria del bar Gol, para describir la situación que los hosteleros que trabajan ... en torno al anillo de San Mamés están viviendo este miércoles, en plena final de la Europa League.
Poco antes de las «diez de la mañana», los anillos de seguridad han cerrado completamente el perímetro de San Mamés, dejando las calles desiertas y bares prácticamente vacíos. Según explican, no pueden entrar aficionados, pero tampoco clientes locales. La escena recuerda a un domingo de pandemia: apenas unos pocos vecinos caminan por la carretera, con la actividad comercial completamente paralizada.

«Nos dejan abrir, pero no trabajar. Estamos todos los hosteleros fuera mirando para la calle porque no viene nadie. ¿No nos podían haber avisado antes?», denuncia Elena, que tenía preparados más de 200 bocadillos para atender las hordas de clientes que esperaba atender. «¿Qué hacemos ahora, nos los comemos nosotros?», se queja. El enfado es tremendo. Y no solo por la comida. También por la «cantidad de cerveza y barriles» que habían comprado para evitar quedarse cortos. «Lo primero que nos han dicho es que quitemos las terrazas y luego nos han informado de que nadie podía pasar», asegura Zape en conversación con este periódico.
Una «vergüenza»
El enfado es tremendo. «La organización ha sido una vergüenza, nos han estafado», denuncia Pako, responsable del Bar Athletic. «Estoy seguro de que todo lo que he comprado hoy no lo vendo. Nos dijeron que habría movimiento, que podrían entrar, pero esto está vacío. Luego, a las 18 horas, cerrarán las fan zones y los que entren irán directos al estadio. Solo entra quien tiene entrada», lamenta.
La indignación es generalizada entre los hosteleros e incluso vecinos. Jon Ibáñez, cliente habitual, explica: «Esto es una putada. He tenido que venir al bar de mi amigo diciéndole que iba al Mercadona». La propietaria del bar Gol asegura que incluso los vecinos están teniendo problemas para acceder a las calles que componen el anillo. «Mi hijo ha tenido que dar toda la vuelta para poder llegar al bar», sostiene.
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