La torre residencial de Garellano se atasca y vuelve a retrasarse al menos hasta 2026
El edificio de viviendas más alto de Euskadi lleva cinco años de trabajos y aún debe resolver un problema con el ascensor panorámico
Cambios obligados en el diseño del reconocido arquitecto Richard Rogers, el covid, el incremento de precios por la guerra de Ucrania, retrasos, sobrecostes a cubrir ... por los socios, la marcha de la primera constructora... Levantar Anboto Dorrea, el edificio de viviendas más alto de Euskadi, con 119 metros y 35 plantas, está siendo una tarea ardua y repleta de problemas e imprevistos. Cuando se está cerca de cumplir cinco años del inicio de la obra en el barrio bilbaíno de Basurto, la cascada de obstáculos en el camino continúa. La quinta torre de Garellano afronta una nueva demora que invita a pensar que la entrega de las llaves se irá posiblemente a 2026.
La última revisión en la fecha de finalización del tajo tiene que ver con dos aspectos que en el proyecto original no parecía que fueran a suponer un quebradero de cabeza, pero que se han revelado como un nudo gordiano. Se trata de la colocación de las ventanas (algo clave para la fachada) y de la estructura de un ascensor panorámico. Para la primera dificultad se asegura que ya se ha encontrado una solución, pero parece no suceder lo mismo con el elevador. Los técnicos trabajan aún en una salida a esta encrucijada.
Anboto Dorrea albergará 166 viviendas de entre 360.000 y 1,1 millones de euros (solo quedan por adjudicar dos áticos, que son los más caros). Es una promoción especial. Posiblemente, única en la historia de Bilbao, tanto por su magnitud como por llevar la firma de un arquitecto de renombre. A toda esta singularidad hay que añadir que se promueve en régimen de cooperativa. Son aproximadamente 160 socios-compradores los que tienen voz y voto sobre el modo de construir los que serán sus hogares, pero que también responden con su bolsillo en el caso de que las cosas se salgan del guión previsto. De hecho han sido necesarias ya varias aportaciones dinerarias extra para ir salvando las piedras que han ido apareciendo en el camino. La última inyección financiera se produjo en la primavera de 2023 y elevó el precio de los pisos una media de 31.000 euros por propietario. El coste final de los inmuebles sigue siendo «muy competitivo; es cierto que ha habido subidas pero también es verdad que el mercado de la vivienda ha seguido escalando en estos últimos cinco años, sobre todo en el centro de Bilbao», apuntan fuentes cercanas al consejo rector de la cooperativa.
¿Cuál es la actual situación de la obra? El proyecto de ejecución está en manos de la constructora vizcaína Vusa. Asumió el tajo en junio de 2023, tras la salida de Construcciones Urrutia, que se plantó y exigió 5 millones de euros extra para rematar el edificio.
Vidrios a medida
En teoría, a Vusa se le dieron 18 meses para llevar el plan a buen puerto. Esa fue la información que se transmitió a los socios en la asamblea que ratificaba su entrada. El plazo expiró en enero. La estructura de hormigón del rascacielos está finalizada. Y en su interior hace tiempo que trabajan los gremios. Pero lo más llamativo es que resta darle forma a la fachada. Y aquí es donde ha surgido el problema con las ventanas, que ha supuesto «un retraso», según fuentes cercanas a la cooperativa. El planteamiento inicial no garantizaba la estanqueidad total de los ventanales. Parece ser que en el montaje en los pisos altos no se cumplían los estándares técnicos requeridos por la altura o la fuerza del viento.
En teoría, esto se ha solucionado, en algunos casos, con un aumento en el número de hojas de ventana previstas, conservando la superficie acristalada original. Se ha requerido de ensayos específicos en la fábrica gallega que suministra esta materia prima para asegurar que se cumple con el proyecto.
Además, se ha optado por dar a elegir a los socios entre dos tipos de vidrio. El primero se produce a una mayor velocidad que el segundo, que es más caro y requiere de una fabricación a medida. En función de por cuál de los dos se decanten, se podría recuperar parte de la demora acumulada.
El otro imprevisto es el ascensor panorámico. No está muy claro lo que sucede aquí. Parece que hay problemas técnicos de diversa índole con su estructura. Los cooperativistas guardan silencio, pero algunas fuentes apuntan que el problema sigue abierto y que, de resolverse a corto plazo, sería posible acabar la obra a finales del verano. Citan el mes de agosto. Y, aunque no se ha transmitido de manera oficial, la mayoría de los compradores se ha hecho a la idea de que no podrán entrar a sus casas hasta 2026.
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